Parece canson insistir en ello pero el principal problema de nuestras instituciones es que no logran llevar a cabo su trabajo de manera eficaz. El primer problema es que muchas veces están organizadas de forma que las comunidades y los ciudadanos no conocen su funcionamiento interno y no pueden interactuar correctamente con ellas. Pero en muchos casos no existen siquiera verdaderos y efectivos mecanismos de dialogo con las comunidades, o tan siquiera voluntad.
Para el primer problema está la capacitación de los ciudadanos, para el segundo la evaluación y creación de mecanismos de dialogo con la comunidad, pero para la falta de voluntad de los funcionarios en todos los niveles no hay nada claro.
Primero debemos pensar en cómo llegan a sus cargos esas secretarias, esos ejecutivos, esos ingenieros, esos funcionarios, después si en realidad son idóneos para sus cargos, si tienen la menor idea de como hacer su trabajo y cuál es su responsabilidad con la gente de su ciudad. La meritocracia es el sueño frustrado en estas cuestiones de quien llega a los cargos. Y en últimas las llamadas “cuotas políticas” y las amistades terminan por convertir cualquier entidad en una obra maestra de la ineficiencia.
Así como nos encontramos con técnicos y profesionales capaces, hay que decir que la mayoría de los casos no es así. El funcionario público en Colombia esta generalmente aburrido y descontento con su trabajo porque principalmente no tiene idea de que es lo que hace y sólo ha llegado a el para agarrar ese sueldo que alguna “buena relación” ha tenido a bien brindarle.
Esto lo sufren evidentemente todos los ciudadanos, desde las llamadas “clases altas” hasta los ciudadanos de a píe. Pero especialmente los más pobres que en muchos casos encuentran que allí donde se han destinado recursos para ayudarles no hay más que funcionarios incompetentes, hastiados de su trabajo y odiosos con la comunidad.
Habría que hacer una purga para que los esfuerzos de la gente buena de nuestras comunas más pobres acceda a interlocutores más humanos, más calificados y comprometidos con el cambio social.
Las capacitaciones son indispensables pero lo más importante es acabar con las roscas, la corrupción y la politiquería que carcomen las instituciones que deben acompañar los procesos comunitarios.
Esa es una cruzada que deberían abanderar desde la alcaldía. Una humilde propuesta para convertir a esta Sucursal en una ciudad que no tenga que soñar con el cielo.