Caliescribe presenta estas narraciones de ficción como parte de su compromiso con la divulgación de la palabra escrita en todas las formas que ésta pueda tomar.

-…Y me gustan los mariscos, espero que usted los haya probado, quien no ha probado los mariscos no ha probado nada, por ejemplo, mire el tamaño de este camarón, !es inmenso!, Dios me lo mandó a mí, sí, nadie más se lo podía comer sino yo, si no le daría un poco, pero Dios me manda cosas y yo no voy a discutir con él – mira gesticulando con fuerza para parecer extrovertido y amable – pero no se ponga así, hay otras cosas para comer, !quedan otros camarones hombre!, tenga, coja uno, tranquilo, éste se lo mandó Dios a usted…
-Gracias, ehhh, déjelo ahí, yo ahora me lo como.
-¿No le gustan los camarones?
-Sí, sí, sí… ¿Cómo no me iban a gustar? Insectos marinos que se arrastran por el lecho del océano alimentándose de carroña y heces ¡rico!
-Entonces, hermano, cómaselo de una vez, porque si no se va poniendo feo.
-No tranquilo, no importa que se ponga feo, yo me lo como ahora.
-¿Seguro?
-Por mi madre…
-Está bien.
-Está bien.
La casa de mi amigo el enano es la casa de un penitente. Todo está dispuesto para el castigo, para recordarle al enano que es enano. ¿Las chapas de las puertas están a menos distancia del piso? no, de ninguna manera, ¿Hay banquitas por todas partes para acceder a alturas mayores? no, tampoco, sólo hay una pesada banca de madera y hierro, que el enano mueve lentamente, con la cabeza entre los brazos extendidos, mirando el suelo, por todos los rincones de la casa, de la puerta principal al comedor, de ahí a la cocina.
-Bueno, usted vino…. a… ¿qué?
-Ahhh sí, pues, usted me interesa. Quiero contratarlo.
-¿Yo?
-Sí, usted.
-¿Le intereso yo, o le interesa mi estatura?
-Me interesa usted, pues hombre…
-No mienta…
-No miento, me interesa usted por su estatura, es decir las dos cosas, ninguna por separado, porque mire, hay cosas de su misma estatura que no me interesan, piense en guitarras y esas cosas…
-…(!¿?!)…
-Digo, guitarra por el valor simbólico, la guitarra suena, y usted… pues usted… habla mucho, es decir, su estatura espiritual y la de la guitarra.
-¿Está diciendo que mi estatura espiritual es la misma que la de una guitarra?
-No, hombre, el valor simbólico…
-Vea, no sea marica, diga que le intereso porque soy enano y ya.
-Pues sí, es eso… espero usted no se ofenda.
-No tranquilo, ser enano es una fortuna.
-¿Sí?
-Sí…
-Dígame, ¿en qué se funda esa fortuna?
-Ya le dije antes… nunca me ven llegar.
-Ajá…
-Sí, eso, imagine que usted es invisible, que no le ven trasladarse de un lugar a otro, que se mueve sin ser visto. Imagine que se le desaparece el cuerpo, que cabe por cualquier parte, que no hay lugar donde no pueda usted entrar. Imagine un mundo en el que usted es el más pequeño, en el que la gente que va por la calle le soba la cabeza y pide un deseo, que las mujeres quieren dormir abrazadas a usted como se dormiría abrazado a un osito de felpa. Que lo niños lo confunden con sus compañeros de colegio y le gritan palabras soeces a la espalda. Que en los bailes usted es el centro de atracción porque la mujer que baila con usted pareciera estar bailando con el hijo. Imagine que todo el mundo lo considera tierno y lo quiere tocar ¡imagine que todos lo quieren tocar!, que usted es técnicamente un fetiche. Es ventajoso ¡sí!, soy un enano feliz de ser enano… jajaja…
-Jajaja
-¿De qué se ríe?
-¿Ahhh?
-Uno nunca se ríe así de la gente.
-Pero usted se rió primero…
-¿Usted ha leído a Edgar Allan Poe?
-¿Qué?
-¿Lo ha leído?
-Sí.
-Lea un cuento que se llama Hop-Frog y después mira si se sigue riendo.
-…
-…Déjeme decirle que yo sé mucho sobre enanos.
– Eso dice, pero se engaña… no debe usted conocernos demasiado.
– Mire, déjeme decirle algo. Incluso soy uno de los hombres que más sabe en Colombia sobre el enano monstruo.
– ¿Enano Monstruo?
– Es un rumor. Los pocos que conocen la leyenda saben que hay que buscarlo con escrúpulo. Se esconde entre la maleza, nos vigila con sus ojos de salamandra. Es un liliputiense amorfo, también llamada pequeña bestia hija del diablo. Tiene estatura y proporciones compartidas con el inofensivo liliputiense clásico, pero su figura es atroz, deforme, repulsiva. Se dice que a mediados del S. XVIII varios lugareños de la región limítrofe de las koreas murieron en confusos encuentros con este enano del mal.
-Usted miente. Mi mamá me enseñó que veníamos de colmenas en el oeste de África. Que de bebés metíamos nuestros pequeños cuerpos de enano en celdas hexagonales llenas de miel y que allí dormíamos, aguardando para trabajar por el bien de la colmena, siempre prestos a dar la vida por el enano reina. Que vagábamos de flor en flor, cantando canciones de Nelson Ned. Que de un momento a otro éramos despojados de nuestro hogar y de nuestra miel y que nos veíamos obligados a cruzar el océano y que al pisar tierra firme perdíamos nuestras alas, pero conservábamos nuestro gran trasero, puede usted constatarlo, todos los enanos tenemos un gran trasero, ya ve que mi mamá no se equivocaba del todo.
-¿En qué trabaja usted?
-Soy digitador.
-¿Y cómo consiguió el puesto?
-Me fue bien en la entrevista.
-¿Qué hace cuando no trabaja?
-Me quedo en casa
-¿Y qué se queda haciendo?
-Pienso, descanso, la paso bien.
-¿Y nunca sale?
-Sí, claro, a veces voy al zoológico o a caminar al parque.
-¿Y con quién va?
-Solo.
-¿Solo?
-Sí, solo.
-¿Siempre?
-Sí, siempre.
-¿Y sus amigos?
-Pues, no sé, no tengo amigos, pero me la llevo bien con la gente. Soy feliz.
-¿Y novia?
-No, todavía no tengo, aunque solía salir con una mujer.
-¿Hace cuánto?
-No hace mucho.
-¿Y ella era… pues…
-…Enana?
-Pues… sí, enana…
-No, no era enana, era una amiga del trabajo.
-¿Y por qué se dejaron de ver?
-Empezó a salir con otro.
-¿Y eso te dolió?
-No, hay otras mujeres. Soy feliz.
-¿Y el otro cómo era?
-¿Cómo así?
-¿Pues era de tamaño normal, era un hombre normal?
-Le voy a ir a traer el libro de Poe, léalo mientras le traigo algo de tomar.
-¿En serio usted se siente bien de ser un enano?
-Váyase de mi casa.
-¿Qué?
-Váyase de mi casa.
-…
-Estoy cansado, comprenderá usted, he trabajado mucho.
-Está bien, muchas gracias por todo…
-Hasta luego.
Sonríe y cierra la puerta. Mientras bajo las escaleras, perturbado, me va quedando la impresión de que una noche de éstas irá a mi casa, a buscarme.