
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.
Casi todos los edificios se pueden quemar accidentalmente, como el de Avianca, que sufrió un gran incendio en 1973 que dejó muertos y heridos y varios pisos destruidos. Pero desde luego los que tienen mas materiales inflamables, o que a estos no se les ha dado el tratamiento adecuado, son mas preocupantes. Fue el caso de una bonita guardería en Cali, de estructura de guadua y cubierta de palma, construida por esa misma época, que se incendio el día antes de su inauguración, por lo que afortunadamente aun no estaba ocupada por los niños.
Y lo mismo pasó hace un par de años con un restaurante recién inaugurado en el Callejón de la chuchas, menos mal que sin mayores consecuencias. Seguramente sus promotores, arquitectos y constructores no sabrían de la guardería mencionada ni recordaban lo de Avianca pero debería ser elemental tener en cuenta que una cubierta de hoja de palma en tierra caliente, sin ninguna protección y en una edificación muy concurrida, es fácilmente incendiable, sobre todo si se trata de un hecho criminal, como parece que fue en este caso.
El que en 40 años dos de las muy escasas construcciones con cubierta de palma en la ciudad se hayan incendiado, es decir un porcentaje muy alto comparativamente con el resto, debería alertar a las Autoridades. No para prohibirlas, mas faltaba, pues incluso en algunas partes se prefieren las estructuras de madera para ciertos edificios de uso público, pues en caso de un incendio se demoran mas en colapsar dando más tiempo para su evacuación. Pero sí para reglamentar sus dispositivos contra fuego, facilidad de evacuación, localización y uso.
Es claro que este tipo de edificios no deben estar en sectores centrales de las ciudades, y que no se deben destinar a usos similares a los de una guardería, y que ojala sean muy abiertos y con suficientes espacio libre a todo su alrededor, como lo es acertadamente el local del restaurante mencionado. Y desde luego las cubiertas de paja o palma no deben estar sobre las cocinas ni fácilmente al alcance de los usuarios, y se las debería impregnar con químicos retardadores del fuego, aun cuando haya que importarlos y sean costosos.
Es preocupante que en Cali la prevención de accidentes y desastres que afectan a los edificios sea tan precaria. Desde los terremotos, incendios, avalanchas e inundaciones, pasando por los atentados. Si bien se ha avanzado en la obligación de usar estructuras sismo-resistentes y de contar con equipos contra incendio, casi nada se ha hecho en el tema de las salidas de evacuación de los edificios, las que cuando las hay paradójicamente se cierran por “seguridad” contra los ladrones, como lo estaban en el edificio de Avianca.
Aquí la gran mayoría de los edificios no cuentan con eficientes salidas de emergencia, comenzando por el CAM y la Gobernación, que no han debido ser altos, y la Policía, que no se ha debido mantener allí. Los arquitectos, que siempre nos hemos ocupado de la entrada a los edificios, vemos sus salidas de emergencia como otro requisito burocrático, y no es un asunto que interese en nuestras escuelas de arquitectura. Pero el caso es que todas las construcciones deben ser seguras y fácilmente evacuables. Son las que matan y no directamente los incendios y terremotos.