Vida Nueva
Por Héctor De los Ríos L.
El Reino de Dios es el tema de las dos pequeñas parábolas de este domingo (San Marcos 4,26-34). Ambas nos revelan los caminos de Dios en contraste con los humanos y el carácter paradójico del Reino. La parábola de la semilla que crece por sí sola insiste en la fuerza vital que posee el Reino de Dios sembrado ya en la tierra. Una vez sembrado no tiene vuelta a tras: crece lento, por pasos, pero de forma inexorable, duerma o se levante el hombre, de noche o de día, sin que él sepa cómo, la semilla brota y crece por si misma.
La parábola del grano de mostaza nos hace ver el sorprendente y grandioso resultado final de la acción de Dios, en contraste y continuidad con el comienzo pequeño y débil. La mostaza es una de las semillas más pequeñas, pero su planta puede crecer bastante. Y nos habla también del valor decisivo del momento presente, por insignificante que pueda parecer. El Reino de Dios está presente ya en esas pequeñas semillas de la vida y predicación de Jesús.
Esta parábola es una invitación a sembrar pequeñas semillas de nueva humanidad. El Reino de Dios es algo muy humilde y modesto en sus orígenes, pero es algo que está llamado a crecer y fructificar de manera insospechada. Necesitamos valorar las pequeñas cosas y los pequeñas gestos, los detalles. A todos se nos invita a vivir poniendo un poco de felicidad en cada rincón de nuestro pequeño mundo…