Por Héctor De los Ríos L.
El Rechazo en su Propia Tierra
Normalmente en la propia tierra es donde se espera que haga más un personaje importante. En el caso de Jesús pasa lo contrario: mientras los más lejanos creen en él, los más cercanos no.
El Evangelio de este domingo lo leemos en San Marcos 6,1-6:
“Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada… Y se escandalizaban a causa de él. 4Jesús les dijo: ‘Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio’.
Se dice que los discípulos estaban con Jesús, por lo tanto hay una lección orientada también al discipulado. Surge espontánea la pregunta: ¿Qué hacemos cuando nos rechazan, sobre todo allí donde más nos conocen desde niños? ¿Cómo manejamos los fracasos pastorales?
Pero una pregunta ineludible en el día de hoy ciertamente es: ¿Quién es Jesús para mí, especialmente para mí que conozco e intento seguir y servir a Jesús desde hace algunos años, para mí que prácticamente he crecido con él?
Ser profeta no es nada cómodo. El mundo es reacio a escuchar al profeta y a cambiar de conducta. Nazaret es el símbolo de la ceguera, de la arrogancia y del rechazo de los hombres de hoy. Rechazamos a Cristo porque nos falta fe y no lo vemos en nuestros hermanos.