
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.
Masivo -lo que se aplica en gran cantidad- es muy diferente a colectivo -lo relativo a una agrupación de individuos-, la que no necesariamente es masiva. De ahí que al hablar de transporte, masivo sea diferente a colectivo, como precisamente lo son los trenes o, si acaso, los buses biarticulados, con respecto a los buses articulados o los comunes. No es pues un problema del significado de las palabras como, sorprendentemente, piensa la Presidente de Metrocali, que se supone es experta en movilidad.
Es significativo, al respecto, que en Cali no se haya pensado que su transporte público debe ser integrado, desde su componente masivo, el tren de cercanías de Yumbo a Jamundí, hasta el individual, los ciclistas y peatones, los que ni siquiera cuentan con ciclovías y andenes adecuados y suficientes, respectivamente. Y que lo prioritario son los andenes pues por ellos se hacen muchos desplazamientos y se accede a todos los otros sistemas de trasporte. Y los andenes de esta ciudad, ya de casi tres millones de habitantes, son vergonzosos.
También es muy diciente que no se entienda en este país que si bien un sistema integrado de transporte publico puede, e incluso debe, tener componentes privados, tiene que ser planeado, dirigido y controlado en las ciudades por una única Autoridad Municipal del Tránsito y Transporte. La que debe ser independiente de los alcaldes de turno, y por lo contrario, complemento de un verdadero Plan Urbano a largo plazo, que debería depender es del Concejo Municipal. Y desde luego no se trata de otro problema de semántica.
Igualmente, un sistema de transporte público integrado debe depender de distintos medios, que puedan, en caso de necesidad, reemplazarse mutuamente. Por ejemplo, el mencionado tren de cercanías pasaría en Cali justo por la mitad de la ciudad, por lo que buena parte de su área urbanizada estaría a no mas de media hora caminando del mismo, y casi la totalidad si se accede a él en bicicleta, por lo que en caso de una eventualidad no se dependería de los buses, articulados y comunes.
El sistema de transporte en Cali tendría que haber comenzado por hacer andenes y ciclovías transversales que alimentaran el tren de cercanías, cuyo proyecto ya había adelantado mucho Protrans. Y los buses existentes, cambiando sus rutas, deberían hacer lo propio. Pero en el gobierno de Pastrana el negocio cambio de dueños y se comenzó a implementar el sistema de buses articulados, puesto en práctica exitosamente en Curitiba, hace mas de treinta años, que aquí, por lo contrario, no ha dado los resultados que se esperaban, como quedó demostrado en un articulo reciente de Semana (02/02/2013).
En conclusión, habría que de inmediato completar el par vial de la 25-26 hasta Yumbo y Jamundí, y poner por él buses biarticulados de extremo a extremo, que tengan como llevar bicicletas y paradas en que haya como dejarlas. Y hacer ciclovías de verdad, no como el “ciclopaseo” de la Quinta, que sirve es para que la gente camine por el, y rehacer los precarios andenes de la ciudad, pero correctamente diseñados, no como los de Granada, que “lobería”, o los de la Quinta, ya ocupados por motos, carros y vendedores, pues no son continuos, y también recargados con bolardos y texturas innecesarias y pasos pompeyanos que no se pueden usar.