Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
Algunos historiadores atribuyen el invento del reductor de velocidad, comúnmente conocido como “policía acostado”, al físico y premio Nobel Arthur Holly Compton. Su fácil construcción y adaptabilidad lo convirtieron en un efectivo y ágil complemento a la señalización y trazado vial urbano. Su concepto original consiste en obligar al conductor vehicular a reducir la velocidad, principalmente en sitios de alto tráfico peatonal como escuelas, iglesias, centros de salud, comercio, cruces, y conjuntos residenciales, entre otros. Como cualquier otro elemento de señalización vial deben ser autorizados por la Secretaria de Transito respectiva, mantener un diseño acorde con la velocidad que se pretende reducir, previamente anunciados, pintados distintivamente y lo ideal acompañados de semáforos peatonales.
Sin embargo, en la administración reciente del alcalde Apolinar Salcedo, la Secretaría de Transito con el hoy Representante Roosvelt Rodriguez consideraron este elemento como parte de su programa e iniciaron la construcción de “policías acostados” en las principales vías de la ciudad. Razonó la dependencia que colocar estos incomodos elementos se reducirían los accidentes causados por excesos de velocidad y, como tantas medidas de carácter provisional, sustituirían la implementación de la red semaforizada de la ciudad.
Invito a la Secretaría de Transito a tomar como modelo la comuna 22 donde convergen la necesidad de reductores de velocidad
Ante la proliferación de los “reductores de velocidad”, desafortunadamente a la Secretaría de Transito solicitaron vecinos, de todos los sectores, los respectivos permisos y diseños y la misma entidad accedió a ellos, sin que correspondiera a un plan de movilidad del respectivo sector. Con el pasar del tiempo, los permisos se convirtieron en una forma de mostrar poder de la respectiva junta comunitaria ante la administración municipal y quienes no obtenían la autorización los construían encubiertamente y la consecuencia fue la proliferación en toda la ciudad.
Desafortunadamente la Comuna 22, por ser sede de planteles educativos y desarrollos habitacionales multifamiliares, entró en la práctica de construir reductores de velocidad al amaño, antojo y diseño de sus residentes. La Secretaría de Transito dio la espalda a este fenómeno, no ejerció autoridad, ni dio solución y, con este actuar, permitió su multiplicación doquier. Cada unidad residencial determinó la necesidad de construir su propio elemento frente a sus entradas. A medida que se iban pavimentado nuevas vías, los vecinos acostumbrados a soportar tráficos lentos, igualmente construían reductores para no tener que sufrir las nuevas velocidades del flujo vehicular.
La falta de autoridad de la administración municipal es la directamente responsable de la invasión de “policías acostados”. La ciudad no puede seguir permitiendo la invasión del espacio público vial por no ejercer autoridad. Así como la actual Secretaría de Transito ha demostrado que es posible disciplinar los conductores ella debe iniciar las acciones conducentes a establecer ley y orden ante este fenómeno urbano. Puede determinar el sitio indispensable de algunos reductores de velocidad entregándolos en forma reglamentaria, debidamente señalizados y pintados, eliminando aquellos ubicados sobre las vías arterias, que de paso perjudican el paso de los buses articulados del MIO, y complementando algunos cruces importantes con señalización peatonal semaforizada.
Lo que la ciudad y la misma Comuna 22 claman es el respeto mutuo de la ciudadanía. La convivencia debe apartar los sentimientos egoístas de sus pobladores. Entre todos construimos ciudad y por ello es imprescindible respetar la autoridad, la norma y los funcionarios nombrado por un alcalde que elegimos democráticamente por mayoría de sufragantes.
Invito a la Secretaría de Transito a tomar como modelo la comuna 22 donde convergen la necesidad de reductores de velocidad, en razón a los planteles educativos de la zona, con la mejor y mas eficiente movilización del flujo vehicular que la misma población flotante genera y donde mayor numero de “policías acostados” ilegales pueden existir. Inclusive podría buscar la implementación de reductores construidos con material de llantas recicladas, uno de los mas graves problemas de contaminación ambiental, aprovechando las sedes de fabricantes de cauchos industriales ubicados en la región.