Jesús amor multiplicado para todos
Lectura de San Lucas 9,11-17
Vida Nueva
Por Héctor De los Ríos L.
Después de celebrar dos solemnidades de “comunión” –la comunión eclesial suscitada por Espíritu a partir de Pentecostés y la comunión trinitaria como vértice, modelo y fundamento de la comunión eclesial–, celebramos este domingo la “comunión eucarística” con Jesús.
Esta celebración del “Cuerpo y la Sangre del Señor”, también llamada del “Corpus Christi” (o “Corpus Domini”, del “Cuerpo del Señor”), nos sitúa una vez más en el plano de la amistad con Jesús y nos invita a tomar conciencia del hecho que esta amistad tiene una dimensión sacramental que se realiza en el misterio Eucarístico, que el mismo Jesús instituyó. Fue Jesús mismo quien dijo de qué manera permanecería en medio de sus discípulos y cómo continuaría la comunión comenzada en el discipulado de los caminos de Galilea, el cual tuvo su culmen en el amor total expresado por el Maestro con los brazos abiertos en la Cruz.
Por eso en nuestra celebración de este domingo hacemos también una profunda confesión de fe y agradecemos el inmenso tesoro que Jesús ha puesto en nuestras manos.
La importancia y la centralidad de la celebración Eucarística se percibe claramente en el énfasis que el evangelista Lucas hace de ella: instituida por el mismo Jesús en la Última Cena, la celebración gozosa de la mesa del pan partido y la copa compartida en un ambiente gozoso por los discípulos de Jesús, es la respuesta al mandato de Jesús: “Haced esto en recuerdo mío”. De manera especial los relatos de la multiplicación de los panes y de la cena en Emaús , le hacen eco al de la Última Cena , en la cual Jesús expresa el sentido último de su misión. No es sino mirar cómo se repiten (sin bien con alguna ligera variante) los mismos 4 verbos eucarísticos: “tomar” (el pan), “dar gracias”, “partir” y “dar”.