
Los índices que demuestran la población afectada por este flagelo de la violencia por drogas, alcohol y juegos irresponsables, es preocupante, pues no se toman las medidas necesarias de prevención en las familias, ni colegios.
Los programas de prevención de drogas se limitan en el reconocimiento general de los nombres de las drogas y en la mención de consecuencias hipotéticas que poco o nada sensibilizan a los adolescentes ávidos de información; el alcohol es considerado inofensivo frente al consumo de otras sustancias, por tanto su control es mínimo y es motivo de preocupación su reducción en ventas; el uso de las redes sociales no tiene medidas de seguridad que protejan a los menores del bulliyng y el cyberbullying con un aumento del 17% de estudiantes de Cali víctimas de este hostigamiento.
El acoso, pornografía, trata de blancas y la proliferación de modas excéntricas, videos como el Harlem shake que invita a los adolescentes a consumir lo que se les ofrece como opción de entretenimiento sigue creciendo. Es alarmante el comportamiento de muchos adolescentes que no velan por su salud ni por su integridad física, y el agravante de esta situación es que a quienes les corresponde intervenir oportunamente no están haciendo nada para eso, como si esperaran hasta que les sucediera para tomar las medidas.
Las entidades que prestan los servicios de resocialización para jóvenes y adolescentes no dan abasto y sólo se ha pensado en el aumento a 18.000 cupos educativos con los cuales pretenden tener los resultados esperados. La drogadicción cobra muchas vidas de manera directa e indirecta, pues aparte de generar daños en la salud, la mayoría de los actos irracionales se cometen bajo los efectos del alcohol o las sustancias psicoactivas, el perjuicio es para el adolescente y su familia quienes ven afectado su presente y su futuro, pero sólo las familias cuyos hijos han caído en este abismo hacen algo al respecto.
La indiferencia en algunos casos y la negación en otras hacen que no se tenga una solución efectiva, pero mejor que abordar la problemática a tiempo, sería prevenir para que nunca suceda. Las consecuencias que dejan en la vida las experiencias negativas no siempre se pueden superar, por tanto es mejor no tener que pasar por ellas.
El dialogo, la confianza y la buena educación deben primar en cada uno de los hogares como primera medida para reducir los riesgos a los cuales están expuestos los niños y jóvenes en nuestro país y en especial en nuestra ciudad. Se necesita más que discursos, recomendaciones y advertencias, ya es hora de cambiar de estrategias, si se tiene en cuenta que las que se han venido utilizando son cada vez menos efectivas y que el problema con gran parte de los adolescentes es cada vez más grande.
Inquieta saber por qué no se han tomado las medidas necesarias en las redes sociales que ya han sido identificadas como facilitadoras para la agresión y la distribución de material inapropiado para adolescentes, cuyos valores se van modificando ante la normalidad con la que se le presenta la infidelidad, promiscuidad, abuso del licor, rebeldía entre otros mensajes negativos que generan falsas expectativas de una felicidad efímera.
En este mundo virtual los adolescentes caen en el juego de mostrar y demostrar cumpliendo con las exigencias de la irreverencia que según muchos es propia de la edad, pero en este juego se van envolviendo en situaciones que pueden salirse de control como lo sucedido con las desapariciones de algunos menores, los enfrentamientos de grupos, daño a la imagen entre otros. Este fenómeno aunque parezca que ya está fuera de control, aún nos presenta algunas alternativas para intervenir de manera oportuna si se habla con los niños y jóvenes, y se les brindan suficientes herramientas que les permitan evitar las manipulaciones de los grupos sociales y que seleccione el contenido de manera apropiada sin que nada pueda afectar su normal desarrollo de la personalidad.
Ahora una de las noticias que más controversia ha causado en los últimos días ha sido la ruleta sexual de la que se reportan casos en Medellín, siendo un motivo de alarma para las demás ciudades del país si se tiene en cuenta que este tipo de comportamientos tienden a ser repetidos por los adolescentes sin una orientación adecuada y es probable que se pueda convertir en una tendencia más. El llamado es a que no haya indiferencia frente a esto y que a tiempo se hagan los controles necesarios. Si no se han reportado casos en Cali es un muy buen indicio, pero no debemos esperar que ocurra para comenzar a lamentarnos y pasar del asombro por el primer caso, a la costumbre por los siguientes casos como ha pasado antes con las denuncias de otras situaciones como los 51.751 embarazos en adolescentes que fueron registrados en Cali entre 2004 y 2011, 27% de los embarazos atendidos se aproxima eran de niñas entre los 15 y 19 años.
En conclusión, aun cuando es cierto que hay muchos adolescentes que han desviado el rumbo de sus vidas por falta de apoyo y orientación oportuna, tenemos todavía una gran población de adolescentes por los cuales podemos trabajar en la prevención de todos los riesgos que los puedan atacar, retomando el valor de la familia en la sociedad, reforzando la comunicación y la compañía de todos sus procesos. Es necesario tener padres de familia bien documentados sobre las problemáticas actuales, sobre los contenidos que abundan en las redes y sobre los intereses, gustos y expectativas de los jóvenes, para poder ofrecerles lo que realmente necesitan.