Informe Especial para caliescribe.com desde el epicentro del paro minero.
Por Oscar López Noguera
Las historias hay que vivirlas para contarlas, y en los últimos tres días, el destino periodístico nos trajo a Quibdó, en donde los mineros se fueron de paro y los anuncios de un bloqueo de esta región se cumplieron, ante la incapacidad de concertación mostrada por el actual gobierno nacional. Hecho que alteró totalmente nuestra visita a esta región.
Desde que llegamos a esta ciudad, el movimiento fue constante. Las vías llenas de motos, que iban y venían como una red de colores en medio de un clima húmedo, se replicaron. Y es que a Quibdó estaban llegando más de 3000 personas de Novita, San Juan, Condoto, Tado, Itsmina y otras localidades.
Hacía un mes se venía hablando en toda esta región del paro minero. Y en una zona en donde el 90 por ciento de su economía depende de las minas de oro y platino, y en donde esta la mayor pobreza del país, dejando en el ultimo informe un desalentador 68% de los habitantes de este departamento en este índice, sumado el desempleo de un 19% constante, pues si para la minería, para la economía.
Se calcula que cada día de parálisis está arrojando perdidas superiores a 1000 millones de pesos en esta región. Y a esto hay que sumarle que el comercio cerró sus puertas, el transporte público despareció de las calles, y estas se convirtieron en desolados espacios, en los que ocasionalmente se escucha el trasegar de alguna motocicleta, cuyo conductor se atrevió a desafiar el riesgo de un paro en pleno corazón de esta capital.
El miércoles anterior, Piedad Córdoba, a la cabeza, increpando con su enjundia y polémicas arengas, comenzó este paro en el Parque del Centenario.
Inicialmente los participantes procedieron desarrollar marchas pacificas, alrededor de su entorno. Las concentraciones fueron creciendo en magnitud, y a los mineros se sumaron indígenas de diferentes partes de este departamento.
En la tarde del jueves anterior, en diferentes esquinas de la ciudad, especialmente en la zona que rodea la sede de la cooperativas de Mineros, en la que se han concentrado los voceros del paro, se presentaron varias asonadas y las pedreas contra vidrios de sedes bancarias, hechos que dejaban en claro que la temperatura de esta protesta se iba incrementando.
La noche del jueves y amanecer del viernes, las fogatas alrededor de las cuales se congregaron los mineros fueron mas grandes y desafiantes, y en torno a estas corrió de mano en mano el aguardiente Platino, y otros tragos autóctonos, al ritmo de vallenatos estridente y uno que otro rap replicando “ yo soy minero y lo mío es la mina, yo soy minero y vamos a parar”, hasta el punto que en las primeras horas del viernes, el panorama era de un paro trasnochado, pero a su vez desafiante.
En un hotel del centro identificamos a algunos de los organzaizadores, y después de unos desprevenidos saludos, nos atrevimos a preguntarles, como iban las cosas, y las respuestas fueron escuetas, pero todo se concentró en un “las cosas se están dañando”.
El viernes 19, en una mañana sofocante, más de dos mil personas decidieron tomarse el aeropuerto el Caraño, poniendo al paro , en la agenda informativa, y despejando las dudas acerca del tono que se iba aumentando, sin que las autoridades nacionales adoptaran medidas alguna, por lo menos, desplazar algún vocero a escuchar a los mineros manifestantes.
Los voceros insistieron en que el gobierno debía despejar las dudas sobre que es minería ilegal, y además porque mientras que a los pequeños mineros, los encasillan en esta modalidad, a grandes multinacionales como Anglo Gold Ashanti le han entregado extensiones de tierra para su explotación.
Además la discusión se concentró en el tema de la destrucción de maquinaria, por parte de las autoridades, y el caso de retroexcavadores, en minas de Novita, y las que dicen los voceros que son propiedad de mineros tradicionales.
El pliego de peticiones tiene ocho puntos más, y mientras tanto Quibdó esta bloqueada, pues no hay rutas aéreas, las carretearas hacia Pereira y Medellín están intransitables por las barricadas levantadas de las dos rutas, y comienzan a escasera el agua potable, víveres, medicamentos y la paciencia de quienes, como me ocurrió en este caso, estamos viviendo con impotencia, el hecho de resultar atrapados en un paro, que con razón o no, exige una solución, pues el Choco y sus gentes requieren atención estatal, y sobre todo que los escuchen.
El paro en Norte de Santander comenzó con los mismos síntomas y desarrollos, por el momento en Quibdó y el Choco reina la zozobra.