
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.
Con la terca y equivocada decisión de no dejar algún tránsito por arriba en la Avenida Colombia, entre la Calle 5º y la 13, los que tengan que entrar al Centro, viniendo del Oeste, deben desviarse por la 5º, tomar el puente curvo hacia la Carrera 10, hacer una “oreja” por la Calle 10 y la Carrera 12 (llena de huecos), para entrar por la 9ª. O bajar por la Calle 5º, hasta Santa Librada, para encontrar un retorno, devolverse y entrar al Centro por la Carrera 5º. Esta opción sería mucho mas expedita si el retorno se hiciera por debajo del puente curvo de la Carrera 10º. Probablemente ni siquiera habría que reforzar la losa que ya hay allí sobre la calzada inferior de dicho intercambiador vial.
Y en el puente de Santa Rosa sería mucho mejor un cruce con semáforos (como propone José Abt), que mantener el cruce obligado a la izquierda para tomar la Avenida Colombia viniendo de la Carretera al Mar. Permitiría, poniendo de dos sentidos la marginal derecha del río, que los que vienen de Santa Teresita sigan derecho por la Avenida Colombia, y que los que van a la Circunvalación no tengan que hacer el desvío actual, y lo mismo los que circulan en sentido contrario. Juntos tienen igual o mas tránsito que los que toman la Avenida Colombia, y será mas rápido y ordenado para todos. Sobre todo para los peatones que no tienen como pasar sin correr, con el peligro de ser atropellados.
En Cali, donde no se pueden poner repetidores bajos en los semáforos por el vandalismo, habría que emplazar estos en la llamada posición atrasada, al otro lado de la calle, para que sean fácilmente visibles por los automovilistas. Así funcionan en muchas partes. Y, claro, con tiempo para los peatones, del que hoy carecen todos en la ciudad, teniendo estos que cruzar junto con los carros, con el agravante de que cuando viran a la derecha aquí los peatones tienen que parar o correr. Y cuando hay pasos pompeyanos, como en la Calle 5º, no están en el eje de circulación de los andenes, quedando los carros con prioridad sobre el cruce de los peatones, que por supuesto siguen derecho.
Y en San Antonio, sin duda un conjunto urbano de interés cultural de Cali, que acabó con los demás, habría que ampliar los andenes para que los peatones no tengan que caminar por las calzadas, reduciéndolas a un carril, e impidiendo así que se estacionen carros a su largo, bloqueando garajes y afeando el barrio. Ya hay estacionamientos públicos, y para incentivar que se hagan mas, en lotes en su periferia, se podría rebajar su predial. Desde luego habría algunas excepciones, como las calles que tienen transito intersectorial, pero que a la larga hay que pasar a las vías arterias. O como algunos recodos mas amplios, ya usados para estacionar, que solo habría que ordenar y arborizar.
Pero nada de esto se ve como modernidad, progreso o desarrollo. Se prefiere lo espectacular, como los escenarios de los “Word” Games, como los llamaron con involuntaria picardía en las medallas, asignados a dedo y obviando los entes de control. Y los “políticos” necesitan “megaobras” para “pagar” sus costosas campañas a los grandes contratistas, que no ganarían lo mismo haciendo andenes. Sin embargo, dar prioridad a los peatones es lo mas moderno que hay; las bicicletas y el transporte masivo significan progreso y no los carros; y en las ciudades hay desarrollo cuando permiten el encuentro físico de la gente, según el economista Edward Glaeser (El triunfo de las ciudades, 2011).