*Héctor de los Ríos
Vida nueva
La familia educadora:
Ayudar a los hijos en el paso hacia la madurez
San Mateo 2,13-15.19-23
En este domingo celebramos la fiesta de la sagrada familia de Jesús, María y José. Esta está inserta dentro del misterio de la navidad porque Jesús quiso nacer en seno de una familia, y esto a pesar su origen por obra del Espíritu Santo y de una Virgen.
La familia está constituida por un conjunto de relaciones: entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. También hay un círculo familiar más amplio – abuelos y nietos, tíos y sobrinos – que son parte integrante de toda familia. La Sagrada Familia de Nazareth no fue ajena a esta realidad, más bien las vivieron a fondo y las santificaron.
La familia es un espacio privilegiado para el desarrollo integral de la persona. Fue en el seno de una familia que “Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lucas 2,52). El desarrollo físico debe estar acompañado del desarrollo de la personalidad (“progresaba en sabiduría”) y la maduración de la experiencia de Dios (“progresaba en gracia”). Los procesos internos (“progresaba ante Dios”) deben ser constatados por el entorno social (“progresaba ante los hombres”)
El evangelio de este domingo se centra en un momento clave de la vida familiar, nos presenta a María y José acompañando a Jesús en su paso a la adultez. El hecho de que Jesús quisiera vivir en familia es UNA BUENA NOTICIA. Por eso en la familia creyente Cristo se hace presente con su fuerza y con su gracia.
Según la Biblia la familia es como una COMUNIDAD ORANTE. El papá es casi un sacerdote de la “liturgia doméstica” en la que todos los miembros se encuentran en comunión de fe y esperanza. En pleno siglo XXI cuando en nuestros hogares hace mucho que se dejó de orar en familia, este DOMINGO DE NAVIDAD es una invitación a volver la mirada al Evangelio y descubrir el ejemplo de la Sagrada Familia para ser hoy testigos del amor de Dios en nosotros.