Por Maurice Armitage Cadavid
“¡Hágale pues!”… Quienes me conocen, saben que esa es una de mis expresiones favoritas. En Sidoc, la empresa que creamos y dirigimos desde hace cerca de 30 años, trabajan 700 empleados, quienes pueden sin distinción alguna, entrar a la oficina de puertas abiertas donde nunca he tenido escritorio.
Las preocupaciones de quienes vienen a hablar, se conviertan en propuestas
Ellos, nuestros colaboradores, llegan en la mayoría de los casos a proponer iniciativas para nuestro mejoramiento. A veces, cuando más que ideas, percibo pesimismo o incertidumbre, propongo que las preocupaciones de quienes vienen a hablar, se conviertan en propuestas que nos lleven a la acción y por lo general, por no decir siempre, cerramos la charla con un “Hagámosle”.
Desde que nací he sido azaroso por naturaleza. No sé si ese atributo sea del todo bueno, pero en el caso personal y llevado a la vida empresarial, nos ha dado resultados positivos. La inacción lleva a los grupos humanos y a cualquier equipo de trabajo a una situación degradante, impide avanzar, ejecutar, hacer! Por eso debemos estar alerta e identificar cuando las cosas no fluyen. El pesimismo es el síntoma al que se le suma la falta de Fe y la parálisis es la enfermedad.
El optimismo en medio de la adversidad nos llevó a persistir con Sidoc en la década de los 90 cuando se venían los capitales extranjeros, la devaluación del peso y todos los factores que mostraban como inviable el negocio del Acero. Nos ofrecieron comprarnos la compañía, amenazaron con derrotarnos. Un día le dije al Presidente del Grupo Brasilero Gerdau: “Usted no me va a derrotar en Cali, porque usted en la ciudad, no me gana en intervención social”. A eso atribuyo nuestros logros empresariales.
La Responsabilidad Social como una obligación moral
Concebimos la Responsabilidad Social como una obligación moral y no como una forma de comprar palco en el cielo. Sabemos que es un buen negocio permitir que a todos nos vaya bien. Por eso pagamos bien, por eso distribuimos utilidades con nuestros empleados y no sólo compartimos con quienes nos ayudan a construir riqueza, sino que además, nos apresuramos a retornarla a la ciudad que nos lo ha dado todo. Eso es lo que le da sentido a nuestro afán de seguir en la permanente creación de empresas para generar empleo y oportunidades.
Decidimos correr para que no nos alcanzara la inacción y es el tedio que le tenemos, el que nos impulsó a seguir emprendiendo. Asumiendo las adversidades del día a día de Sidoc, nos atrevimos a construir una cementera y a crear un nuevo ingenio azucarero, todo porque la Ciudad y la Región necesitan empleos y oportunidades. Un logro al que sólo nos pudo llevar una actitud de ejecutores.
Cali necesita vernos actuar en función de todos
En una ciudad en la que convivimos con tantos problemas sociales, cambiar nuestra mentalidad es una necesidad inaplazable. A la ciudad la cambiamos todos, quedarnos en la lamentación señalando responsables de lo que nos pasa, no aportará solución alguna a lo que queremos. Nos acostumbramos a dejar para después lo que podemos hacer ya, a hablar mucho y a hacer poco, a diagnosticar y re-diagnosticar, a planificar, sin entender que abusamos de esa palabra cuando se vuelve el caballito de batalla para no hacer. Estamos llamados a ser más ejecutores que “propositores”. Cali necesita vernos actuar en función de todos.
Agradezco al equipo de Calieescribe.com su invitación y la oportunidad que me brindan de dirigirme a sus lectores. ¡Hagámosle pues! Que nos haga bomba la camisa por Cali!