Por Héctor de los Ríos
Vida Nueva
CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DE JESÚS A JERUSALÉN
Acabamos de escuchar, queridísimos hermanos, la narración que san Marcos nos hace de la entrada de Jesús a Jerusalén.
Aquí estamos también nosotros, llevando en nuestras manos los ramos y las palmas, para celebrar a Jesús, para volverle a decir que es el Rey, para anunciar en la Procesión que vamos a emprender, que esta comunidad que acompaña a su Pastor y Salvador, le quiere contar a cuantos vean nuestro paso hacia la Iglesia en la que celebraremos la Misa de la Pasión, que somos la familia de Jesús, los discípulos que saben que su Maestro ha decidido entregar la vida y que nos propone acompañarlo hasta su victoria Pascual.
Nuestra marcha la hacemos en familia. Incluso aquí están muchas familias que quieren invitar a Jesús para que entre a sus hogares, para que llegue a cada casa y la colme con su consuelo, con su esperanza, con su paz. 3. Ir tras Jesús no es solo admirar su bellísima imagen vestida de fiesta: es recordar como bajo su manto de misericordia se recogen las esperanzas de todos, se quieren cobijar las grandes urgencias de paz y de justicia que este mundo tiene, que en la palma que él lleva y nosotro9s también, ondea la ilusión de sembrar en nuestra sociedad las enseñanzas del Maestro que nos invita a ser más humanos, más fieles, más hermanos.
El que nos preside en este itinerario, Jesús, es experto en guiar, acompañar y consolar a los que le aman. Jesús es nuestra alegría y nuestra certeza; dejémonos llevar por su palabra y por su amor.
Unámonos a María, nuestra madre, a los discípulos de ayer y de hoy y digamos con el alma: “Bendito el que viene en nombre del Señor, hosanna en las alturas”, hosanna en la vieja y lejana Jerusalén también en nuestro propio corazón. Amén.