El Jodario
Por Gustavo Alvarez Gardeazabal
Cuando la presidente Bachelet de Chile bajó al 31% de aceptación, ella, que también repite presidencia como Santos, le pidió la renuncia al gabinete y cambió a 9 de sus ministros.
Eso es lo que se estila en los sistemas democráticos, los ministros son unos fusibles y con ellos o por ellos, el presidente puede cambiar la opinión de los ciudadanos frente a su manera de gobernar.
El presidente Santos no parece creerlo así, aunque el bajonazo a 29 %, testimoniado por las dos grandes encuestadoras independientes, hacía esperar una reacción inmediata, ella no se dio. En anteriores oportunidades durante su primer mandato, cada pequeño descenso en las encuestas lo llevaba a actuar rápidamente.
Ahora, por el contrario, ha comenzado con lentitud a modificar su gabinete dejando por fuera al que indiscutiblemente lo hizo mejor que ninguno de sus congéneres lo que indica que por allí no vendrá la campaña de recuperación de la imagen perdida.
Probablemente Santos esté esperando que las encuestadoras de Lemoinne y de Caballero den unas cifras diferentes y que los noticieros de radio y televisión se hagan los de la vista gorda y no describan a los ciudadanos el malestar general que cunde por todo el país.
Pero el país espera que su presidente reaccione, espera que al gabinete lleguen ministros de la geografía nacional, no de los mismos cenáculos santafereños y que por encima de la tabla rasa de sumisión irrestricta tengan bríos y muestren actitudes de trabajo no de ujieres obedientes.
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