
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.
El Ministro de vivienda (que debería ser es un Ministro de las ciudades pues en ellas la habitación es apenas una parte) afirmó recientemente en El País (04/06/2015) que en lugar de comprar carro se debería comprar vivienda. No se percató de la contradicción que hay en su propuesta pues la vivienda nueva fatalmente lleva casi siempre a la necesidad de comprar carro o moto ya que la mayoría de las veces esta lejos de los sitios de trabajo o estudio pues su propósito es “urbanizar” el campo.
En consecuencia es mejor alquilarla, considerando además que cada vez hay mas solteros independientes de ambos géneros, como la evolución de las familias, actualmente muy pequeñas al principio y nuevamente al final, incluyendo las separaciones, cada vez mas frecuentes. Y que las clases trabajadoras, medias y bajas, podrían habitar mas cerca al trabajo y caminar hasta el mismo o ir en bicicleta. De ahí lo contradictorio de “regalar” viviendas en la periferia de las ciudades, o muy lejos de las zonas industriales.
Por todo lo anterior y como advierte Carlos González (DINERO.COM, 21/ 01/ 2013) la red de ciclovías no debe ser un simple anexo en el capítulo de infraestructura del transporte –como contradictoriamente lo propone el gobierno- sino un elemento fundamental de la movilidad de los ciudadanos, en varios aspectos económicos y ambientales preferible a las motocicletas. En últimas se trata de evitar llegar al extremo, como en Cali, de que carros y peatones se oponen y la “solución” sea entonces mas motos.
Por eso son tan importantes son los andenes por donde todos caminan en algún momento todos los días. Su total precariedad aquí hace que con frecuencia lo que se proponga para mejorar la movilidad de los caleños sea contradictorio en si mismo. Como esos pasos elevados que agilizan por unas cuadras la circulación de los carros pero impiden la de los peatones. O como el MIO por la Quinta, toda una barrera urbana
En últimas, una ciudad sin espacios adecuados para caminar es contradictoria per se; hasta en Venecia, toda en el agua, se puede caminar a todas partes, y basta con cruzar el Gran Canal para hacer lo propio al otro lado. Mas no lo ven esos que no se bajan de sus enormes carros desocupados, que caminan sólo en el Spa de moda, y que creen que los restaurante son buenos si tienen aire acondicionado y vinos caros que contradictoriamente esos ¡caballeros” y “damas” no saben gustar.
En cualquier artefacto urbano, su arquitectura (alturas, aislamientos y paramentos), los usos del suelo (vivienda, comercio y trabajo), el equipamiento (educativo, recreativo y de gestión), las vías (andenes, calzadas y separadores) y el transporte (colectivos (buses y trenes) taxis y bicicletas) no deben tener “soluciones” contradictorios. Por lo tanto hay que planearlos a largo plazo juntos y dentro de un solo marco legal. Ser un coherente y verdadero POT.
Mas para lograrlo hay que entender primero que votar por los candidatos menos malos no elimina los peores, pues tarde o temprano la burocracia, el clientelismo y la corrupción los iguala a todos, ya que no saben de ciudades. Casos siempre se han visto. En conclusión, para mejorar esta ciudad hay que tener alcaldes y concejales, que sepan de ciudades y ciudadanos; y si los candidatos no sirven, pues votar en blanco; ya aparecerá alguien que las entienda.