Esta semana hemos observado a un gran número de grupos de guardas cívicos deambulando por la ciudad, dizque embelleciendo a Cali. Ellos tratan de seguir las ordenes de sus jefes: el Alcalde de Cali y otros subalternos, de pintar sardineles, muros, barandas, etc.
Esta semana hemos observado a un gran número de grupos de guardas cívicos deambulando por la ciudad, dizque embelleciendo a Cali. Ellos tratan de seguir las ordenes de sus jefes: el Alcalde de Cali y otros subalternos, de pintar sardineles, muros, barandas, etc.
La verdad es que los han puesto a justificar ante la opinión ciudadana un programa de cultura ciudadana que lo único cierto es lo costoso, lo mal planificado e incorrectamente ejecutado de un proyecto como son los guardas cívicos, que no pudo pasar el escrutinio público.
Sólo es mirar el comportamiento pintoresco, con grupos superiores a 10 personas tratando de manejar la brocha gorda y la pintura; unos gordos que tratan de cumplir, otros jóvenes sin compromiso con el programa, otros que sólo reciben órdenes de sus jefes políticos en la Alcaldía y en el Concejo. Si este programa de pintura y embellecimiento se contratara con particulares, que fueran oficiales de pintura y aseo, con absoluta verdad se haría con la tercera parte de las personas y en un rendimiento superior mínimo del 300%. Definitivamente los gestores de este programa con el Alcalde a la cabeza no entienden la época en que nos encontramos, donde la mano de obra es costosa y por lo tanto debe generar rendimientos y ofrecer eficacia administrativa. Por supuesto que no sobra decirlo que esta botadera de plata también es corrupción.
La composición política de la nómina ya fue ampliamente difundida en este medio, pero no hubo ni un funcionario de la Administración Municipal, ni del Cabildo, que tuviera la fortaleza de desmentir públicamente tan aberrante clientelismo burocrático.
Ya lo hemos dicho que el costo de los guardas cívicos en el gobierno del Alcalde Jorge Iván Ospina en este momento está superando los $ 50 mil millones, pero en una ciudad con tantas necesidades sociales, uno no se explica que se siga en ese torrente de dinero mensual, sosteniendo lo insostenible. Uno no puede entender que torpe y ciegamente sigan con programa que no tiene racionalidad administrativa y mucho menos de conveniencia social o cívica y que continúe bajo la mirada señaladora pero pasiva de los ciudadanos caleños, quienes rechazan contundentemente esta pésima costumbre política liderada por la Alcaldía de Cali y los Concejales.
Definitivamente no pudieron entender nuestros directivos Municipales, que la ejecución de la inversión o gasto público debe tener prioridades y, ante todo, de altísima conveniencia social, por ello los ciudadanos deben manifestarse sobre la botadera de plata, realizada a través del programa de guardas cívicos y, mínimo, deben los caleños libremente expresarse el próximo 30 de Octubre, contra los causantes de tantos desaciertos al frente de la orientación, dirección y ejecución de los dineros públicos Municipales.