EL ACTA FUNDACIONAL DEL PAIS VALLECAUCANO Y DE LAS LUCHAS POR CONFORMARLO

Cinco sonetos y una lista memorable
por Javier Tafur González

De la Academia de Historia del Valle del Cauca

Cali, 3 de Julio de 2011

I

Hay hechos importantes que la memoria
del pueblo debe celosa preservar;
los acontecimientos de su historia
que orgulloso debe siempre conservar,

pues en ellos se constituye y funda
la esencia sagrada de la nación;
luchas donde entregaron el corazón,
cuya fuerza permanece fecunda.

Mas no se trata de palabras hueras,
ni tergiversaciones del vencedor,
vanidades de imaginadas glorias;

se exaltan, las acciones meritorias
que no ahorraron sufrimientos, dolor,
enarbolando altivos las banderas.

II

Son muy destacados hechos y acciones
los que hoy venimos leales a recordar,
con emocionados poemas, canciones;
lucha que los mayores supieron dar.

Cuando en aquellos días turbulentos,
de principios del siglo diez y nueve,
aquel francés imperioso se atreve
con proyectos invasores, violentos,

las debilidades, contradicciones
españolas, reclaman actitudes
de visibilización y derechos,

La Corona considera insurrectos
a criollos, indígenas, negritudes,
y muy pronto comienzan las acciones.

III

Pero antes es necesario destacar,
cómo éste nuevo ideario comenzara;
es aquí donde se debe mencionar
al gran Ignacio de Herrera y Vergara,

que visionario, un año antes firmara
“Reflexiones sobre Nueva Granada”;
de la discriminación despiadada,
pidiendo la preferencia acabara,

la represión, el descuartizamiento;
reafirma la democracia en el poder,
y pide la apertura de caminos.

Planteamientos para nuevos destinos;
y la historia le ha sabido conceder,
su merecido reconocimiento.

IV

¿Qué se celebra, pues, en esta fecha;
qué ocurrió aquel tres de julio glorioso
que vino a encender rápido la mecha
del movimiento altivo y victorioso?

La unión de ciudades vallecaucanas
-ciudades amigas, confederadas-,
pedía soluciones aplazadas,
para las provincias americanas.

Del reclamo y de la representación,
se pasó a proponer la autonomía,
aun dentro del sistema monárquico;

pero aquel poder resultó errático,
injusto y oprobioso en su lejanía,
y la comarca tomó otra decisión.

V

El Cabildo de Cali desconoció
la autoridad a la Junta de Regencia:
con determinación y diligencia,
y el pacto de las ciudades se selló.

Con él quedó declarada la guerra.
Viene la Gesta de la Independencia;
y fue aquí, en esta querida tierra,
donde se combatió con contundencia:

Bajo Palacé, primera batalla,
en marzo de mil ochocientos once;
y, la última, también, en San Juanito.

El horizonte se tornó infinito…
En Buga fue, como hoy se reconoce.
La verdadera historia no se calla.

VI
LA LISTA MEMORABLE

Aquel ayuntamiento con esta acta,
dio ejemplo de actitud liberadora;
determinación emancipadora,
como Cayzedo lo plasma en su carta.

Lo reconoció don José Miguel Pey.
Cali se rebeló contra Popayán,
pues esa capital tenía otro afán;
con Pasto decidieron servir al Rey.

Página luminosa nos indica
la fecha fundacional de la Patria,
momento original de nuestra Región,

y que al tiempo que constituye Nación,
revalúa con justicia a la historia
y esta hazaña celebra y reivindica.

Debemos cantar a nuestras ciudades:
a Cartago, a Cali, Buga y Palmira;
a Caloto, Toro y Anserma, que admira
el gran provecho de estas hermandades,

destacar a sus hijos valerosos,
humildes o ilustres, debiendo empezar
por el fraile José Joaquín Escobar,
y criollos, negros, pardos y mestizos.

Joaquín de Cayzedo y Cuero,
Cayetano de Molina Rendón,
Vicente, Antonio y Josef Borrero,
y Fray Ypolito Garzón;

el guardián, Fray Pedro de Herrera,
y Fray Manuel Palacio -Prior;
Fray Jacinto Ortíz –Comendador,
y Martín Guerra, y Luis de Vergara.

Seguir Fray Eusebio Hernández,
y Fray José Blanco;
con Ignacio Mateus Polanco,
y Francisco Antonio Hernández.

Citar a Josef Fernández de Córdova,
Francisco Paulino de Espinoza,
Josef Christoval Vernaza,
y Domingo Pérez de Montoya.


Con ellos, igualmente, es del caso,
a José María de Cuero y Cayzedo,
Francisco Antonio, también Cayzedo,
y Antonio Alonso de Velasco.

Sigue la lista. Debemos llamar
a Francisco Vallecilla, a Josef Ramón Cobo;
a Josef Joaquín Vallecilla, Antonio Nieva,
y a Juan Ignacio Montalvo.

A Joaquín Micolta, a Antonio Camacho,
y siguiendo el mismo destino,
a Fray Ygnacio Monroy,
y a Josef María Mallarino.

En esta emérita lista se llama
a Fray Joaquín del Sacramento
-exguardian de su convento-,
y a Joaquín Roberto Varona;

a José Nicolás Silva,
y a Juan Antonio Dorronsoro,
a Josef Joaquín Vélez
y a Nicolás del Campo.


Estos hombres honramos en el Altar
de la Patria; la claridad de sus mentes,
hoy agradecidos tenemos presentes,
y por su ofrenda venimos a exaltar.