Senadora de La República
Lo que nosotros proponemos es que los 48 millones de Colombianos que detestamos la violencia nos paremos ante las FARC y exijamos que los miembros del secretariado sean sancionados con cárcel por sus crímenes. Creemos que de esa manera podrán aspirar a ser perdonados por muchos colombianos que tenemos heridas profundas.
Nos parece especialmente doloroso y ofensivo el llamado al perdón que hacen de manera cándida, embutidos en guayaberas, y entre “quizás quizás…” , criminales de lesa humanidad del calibre de alias “J.Santrich”, “I. Márquez” o “Timochenko”; o mujeres muy despistadas, que ahora se autoproclaman protagonistas del movimiento feminista, tras perderse 40 años de historia de las verdaderas luchas que hemos sostenido en la democracia por la igualdad de género, por andar con un fusil al hombro.
Es importante recordar que de acuerdo con la ley vigente, si yo o a cualquier resultamos condenados por un delito, jamás podremos aspirar a un cargo de elección
popular. Por respeto a las víctimas, menos deberían poder hacerlo quienes son responsables de delitos atroces.
Lo que nosotros proponemos es que redoblemos en tamaño y efectividad a la fuerza pública y el poder judicial para consolidar el territorio y crear un Estado del cual todos los colombianos que cada día nos levantamos y nos sometemos a la ley (buena o mala) y a la autoridad (efectiva o no) como un gran acto de fe, nos sintamos orgullosos.
Esos Colombianos, básicamente 48 millones, que como principio cumplimos la ley sin primero pararnos a opinar y a decidir si las leyes son justas o no, si son buenas o no, y si entonces vale la pena cumplirlas. Esos 48 millones que a diferencia de las FARC, jamás contemplaríamos como reacción a un desacuerdo (no importa lo profundo), o a una injusticia (no importa lo brutal) acabar con la vida de otros.
Lo que nosotros proponemos es crear una gran Nación des-centralizada en la cual las decisiones se tomen en cada región, en cada municipio, con pleno conocimiento de causa. De cada causa. Remplazar la maquinaria de la politiquería, por un sofisticado motor que integre a la ciudadanía y al Estado en la construcción de mejores alternativas. Un Estado de derecho que cumpla con sus cometidos, que esté del mismo lado de los ciudadanos.
Lo que nosotros proponemos es que tengamos un debate amplio, claro y sin tapujos sobre todo lo anterior. Y que los necesarios desacuerdos se den siempre en el marco del respeto, y la empatía. Tenemos derecho a disentir, tenemos derecho a decir que NO, sin ser tildados de enemigos de la paz.
Lo que queremos es un gobierno de oídos grandes para escuchar los problemas, con manos ejecutivas que contribuyan a las soluciones que plantean las comunidades, con piernas fuertes para recorrer las escarpadas montañas, correr por los amplio valles, y estar en cada rincón de Colombia. Un gobierno de corazón grande que entienda que ningún problema cuando lo sufre un colombiano es pequeño. Lo que proponemos con el NO es el camino para construir la verdadera paz para Colombia.