Vida Nueva
P. Héctor De los Rios L.
22 domingo del tiempo ordinario
Eclesiasticor. 3,17-18. 20. 28-29: «Hazte pequeño y alcanzarás el favor Dios»
Salmo 68(67): «Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos»
Hebreos 12,18-19. 22-24a: «Ustedes se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo»
San Lucas. 14, 1.7-14: «El que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.».
El tema de esta liturgia dominical es la humildad. Ahora es la sabiduría del Antiguo Testamento la que alaba la humildad: la humildad es aún más valiosa que la generosidad; la humildad es la condición indispensable para recibir la misericordia de Dios y llegar á ser una persona sabia.
Contraposición de los dos Testamentos y alianzas de Dios con los hombres: la del Sinaí y la de Cristo. La primera dura y terrible y la nueva es de paz y amor.
Las referencias a elementos naturales (montañas) que se encuentran en las diversas religiones, son superadas al librar al hombre del terror de fenómenos naturales. Hay además una argumentación latente en el texto, al contraponer celeste y terrestre, mediante la espiritualización de la esperanza.
Alusiones bien directas a la humildad y al orgullo, dentro del sentido judío de la sabiduría. La sabiduría, como conocimiento que dicta actitudes prácticas y sentido común que desentraña los sucesos más delicados, contrapuesta a la sabiduría de los medios helenísticos que aparece más intelectualizada. La sabiduría única reside en Dios y solamente el hombre puede rastrearla en la fidelidad a El.
El texto de la epístola a los Hebreos nos refiere a la humildad de Jesús. Por su humildad -El se hizo uno de nosotros- tenemos ahora acceso fácil a Dios. Acercarnos a Dios es acercarnos a un Dios humilde; no a un Dios distante y temible.
Con dos parábolas Jesús nos dice qué es la humildad en la vida práctica. Primera parábola: «no busquen los primeros lugares en un banquete». Significa que no debemos alardear, no debemos estar demasiado preocupados con nuestra imagen y prestigio. No debemos ser tan deseosos de ser importantes, en lugares importantes o con gente importante.
Los comensales aparecen en torno a la mesa del dueño de casa y denotan la pertenencia a su grupo social, y cada uno intervenía sobre el tema. Jesús sigue el mismo estilo, elige la humildad como tema y describe las manifestaciones de la misma. Lucas además aprovecha para fijar un estilo de reuniones cristianas, rompiendo barreras que limitaban las asambleas judías.
La llamada a los pobres hay que verla no sólo en el contexto material, sino también como actitud interior. Los «pobres de Israel» son escogidos no por su pobreza social, sino por los sentimientos que permite esa pobreza, mientras que la riqueza de los primeros invitados, les impide alcanzar esos sentimientos de disponibilidad.
En una palabra, el núcleo de la humildad es aceptar el lugar que Dios nos da en la vida. (Siendo el banquete un símbolo de la vida).
Segunda parábola: no debemos hacer buenas obras para alardear, o para ganar puntos, tener buena reputación. Para que la bondad y las buenas obras realmente valgan, necesitan estar mezcladas con humildad. La humildad hace nuestro amor universal y gratuito.
Algunas preguntas para pensar durante la semana
1. ¿Cuáles son mis motivos profundos en las cosas buenas que hago?
2. Aunque deseo legítimamente mejorar, ¿estoy contento con mi lugar en la vida?