Por: Luz Betty Jiménez de Borrero  y   Pablo A. Borrero v.

Varios son los factores que influyeron decididamente en los resultados arrojados con ocasión de la jornada plebiscitaria que se cumplió el domingo 2 de octubre en favor y en contra de uno u otro de los bandos políticos que se enfrentaron en medio de la polarización política, cuya decisión mayoritaria en las urnas por el NO traerá como consecuencia un estancamiento del proceso de paz en lo que tiene que ver con la implementación del acuerdo final suscrito por el presidente Santos y la insurgencia de las FARC-EP.

Esta circunstancia negativa afectará el avance y consolidación de la paz, no solo porque se convierte en un gran escollo para su desarrollo sino por cuanto constituye un retroceso cuyas consecuencias negativas no pueden descartarse en el inmediato futuro, en tanto los factores que han incidido en los resultados no podrán superarse sin afectar algunos aspectos sensibles de los acuerdos que lleven a la imposibilidad de renegociarlos como lo proponen los dirigentes políticos que ganaron con el NO, o los partidarios del SI que apoyaron el citado acuerdo.

Frente a este hecho contundente enmarcado dentro de la “real politik”, la alternativa a seguir es ampliar el espectro político abriendo la participación a los ciudadanos que votaron y a los que por diversas razones no lo hicieron, con miras a desbrozar el camino a través de la convocatoria por parte de las fuerzas políticas y del gobierno en un gran pacto social y político mediante la cual se convenga con la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa conforme a lo establecido en la Constitución Nacional.

Mientras tanto se debe reiterar en la práctica el compromiso con el cese bilateral y definitivo al fuego y hostilidades, la posibilidad de otorgar indultos y amnistías en general para el conjunto de la guerrillerada de acuerdo con las normas legales que facultan al gobierno para tal efecto, el cumplimiento de las promesas de las FARC-EP de entregar los menores de edad que aun hacen parte de las filas del movimiento armado y de la entrega de los bienes prometidos para reparar a las víctimas del conflicto armado, como también proseguir con los procesos de desminados de los territorios afectados con la guerra y la sustitución de los cultivos ilícitos en favor de los campesinos pobres.

De esta forma se podrá generar un clima de distensión que pueda ayudar a bajar las tensiones y enconamiento entre las clases y grupos políticos y sociales enfrentados en medio de la polarización, que se apoderó de la conciencia de los ciudadanos a instancias de la violencia ejercida por las clases dirigentes que buscan sacar provecho político electoral para su propio beneficio.

La obligación moral y política del pueblo colombiano como actor y autor de su propio destino histórico es el de continuar luchando por la paz hasta convertirla en una realidad tangible y segura ligada a un nuevo acontecer histórico y social que surge de lo viejo que es la guerra que debe quedar atrás definitivamente como demostración de un mejor futuro para Colombia y que con la paz pueda advertirse el cambio logrado con la lucha de las fuerzas políticas y sociales de estirpe democrático y progresista en favor de la paz con justicia social consolidada con las luchas legales y pacíficas por la democracia, real, el progreso y el bienestar general.