Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.
Dejar la Avenida Segunda Norte con solo tres carriles (en el proyecto estaba con sólo dos) uno de los cuales será para el MIO, es una equivocación que tendrán que pagar los contribuyentes varias veces (como en el caso de algunas de las llamadas Megaobras), pues además de la obra actual, en un futuro esta tendrá que ser demolida en parte y reconstruida nuevamente la calzada. Desde luego lo único que se tenia que haber hecho era regularizarla y ampliar los andenes, pero su proyecto otorgado a dedo, con el prurito de que lo pagó la empresa privada, no obedece a un (inexistente) Plan Vial, y es sencillamente otra forma de la corrupción que campea en el país como una suerte de comezón o picazón, además de una propuesta frívola que deja “enterrado” al río al frente de la Clínica de los Remedios mientras propone “playas” a su paso por el CAM.
Lo de la (pomposamente) llamada Ciudad Paraíso es otra costosa equivocación, ampliamente denunciada por el Concejal Oscar Javier Ortiz Cuellar, quien señala que no hay una propuesta de vivienda para los actuales propietarios y moradores, además de los problemas que conlleva la ejecución de obras como la Estación Central del MIO y el Bunker de la Fiscalía, y que podrían convertirse en “elefantes blancos” del gobierno caleño, si no se exige el cumplimiento de estas a la Nación y a los socios de la Alianza Público Privada APP, concluyendo que son temas que desconoce la EMRU. Lo que es grave pues si hay algo que necesite el Centro es recuperar su uso como vivienda, en una ciudad que permite que se ocupen absurdamente sus suburbios con edificios altos, mientras permite que se desocupe su Centro, en el que es toda una equivocación poner la sede de la Fiscalía, las que en muchas partes justamente se sacan de allí.
Finalmente, no se considera que todo lo construido, además de un patrimonio, cultural, social y económico, lo es también ambiental. Que su conservación contribuye a que la ciudad sea mas sostenible pues economiza energía, agua, insumos y dinero y no genera escombros ni polvo. Pero se ha generalizado la falsa idea de que es mas económico demoler todo y construir de nuevo, y se aplauden las demoliciones en El Calvario mientras se ignora el desalojo de sus habitantes. Es el negocio especulativo de muchos propietarios, promotores, constructores y vendedores de materiales de construcción, que procuran la obsolescencia de sus productos, para vender mas, mediante el uso de propaganda engañosa en contra de lo que debería ser evidente, utilizando la moda (que aquí es la penúltima) y lo supuestamente nuevo en contra de la tradición.
Las equivocaciones urbanas, es decir esas obras hechas con evidente desacierto, se deben, en primer lugar, a la corrupción, es decir a la utilización de las funciones y medios de las organizaciones públicas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Pero igualmente se deben al desconocimiento de la función del Estado por parte de los ciudadanos, del que decía Marco Tulio Cicerón que: "El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado." Pero sobre todo los ciudadanos deberían procurar enterarse de qué es una ciudad.