Luis Hernan Ocampo G.
El pueblo de parangaricutirimicuaro se quiere desparangaricutirimicuarizar. De esta manera empieza uno de los más difíciles trabalenguas que nos pedían aprendernos en los colegios cuando empezábamos la primaria. Y así, entrabados, nos encontramos como sociedad los colombianos tras la formalización de la división en que nos dejó el resultado del plebiscito entre los del Sí, los del No, y los abstencionistas a los que o no les importaba o que se sintieron agobiados por la polarización en el ambiente en que conviven y literalmente “huyeron” de las urnas para no tomar partido, abstrayéndose de la pelea nacional. A este enrarecido panorama, se le agrega ahora la presentación de la reforma tributaria más dura en mucho tiempo que terminó de complejizar la situación.
El pasado 2 de octubre tras los resultados del plebiscito, muchos creyeron, me incluyo, tras las declaraciones conciliadoras del Gobierno, de las FARC y del sector Uribista del No, que todos habían entendido el mensaje de la democracia, respecto que se debían sentar juntos a construir un nuevo acuerdo para lograr la paz. Sin embargo, con el correr de los días, pese a las gestiones de buenos oficios de actores internacionales y el gesto del Gobierno Noruego de pese a todo adjudicarle el Nóbel de paz al Presidente Santos, las reuniones entre el Gobierno y distintos sectores que promovieron el No, la marcha del silencio del 5 de octubre y su réplica en otras regiones, nos hemos dado cuenta, que estamos más divididos que nunca.
Son varios ejemplos sobre la virulenta polarización en la que estamos. Por ejemplo, tras la marcha del silencio del 5 de octubre, en la que se pudo reconocer que jóvenes estudiantes que respaldaron el Sí y el No se unieron para exigir un nuevo acuerdo, esperanzándonos con que íbamos camino a superar la división, se vio como tal unión se empezó a resquebrajar conforme se iban dando hechos ya ampliamente conocidos que han ido socavando la confianza entre las partes.
Al reconocimiento de la campaña negra del sector Uribista del No, y de las declaraciones del Ex Vicepresidente Francisco Santos, sobre que compañeros suyo no quieren realmente la paz, lo cual mostró divisiones internas muy fuertes al interior de ese grupo y en consecuencia les quitó la representación de todos los sectores del No, se suma el error del Gobierno y de la gran prensa que lo respalda como la Revista Semana de Felipe López, de acuñar el slogan de lucha Petrista del “Acuerdo Ya!” como slogan de la campaña que busca que se firme la paz cuanto antes. Este se deriva del “Bogotá Humana Yá!” (Ver imagen), tal vez queriendo incentivar la amplia masa ciudadana que hizo parte de las marchas que forzaron la restitución del Ex Alcalde de Bogotá en su cargo en 2014, tras la sanción del Ex procurados Ordoñez.
Esa politización de las marchas hacía un sector político, con la anuencia del Gobierno, ha hecho que desde mi punto de vista, estas hayan perdido poder de convocatoria, como se pudo ver con la menor participación en las marchas del pasado jueves 20 de octubre. Y ahora el sector Uribista del No, como reacción a esa politización, planteó entonces sus propias marchas pero metiéndole también el tema del No a la reforma tributaria, lo cual me parece muy equivocado. Cada loro en su estaca.
Frente a este panorama, varios medios han planteado escenarios para tratar de salir de este embrollo nacional y salvar el proceso de paz. Semana por ejemplo (http://www.semana.com/nacion/articulo/analisis-de-escenarios-politicos-para-la-paz-en-colombia/499106) , planteó hace 8 días, 3 caminos: la vía legislativa en el Congreso para implementar los acuerdos, la vía de las Altas Cortes no para que revisen y modulen los acuerdos tal como hicieron con la ley de Justicia y Paz de los paras hace 10 años, tal como propusimos en este espacio hace un mes que debía hacer el Gobierno si perdía el Sí, sino para que tumben parte del acto legislativo por la paz, gracias a una demanda que presentó el Uribismo, y en consecuencia los efectos jurídicos del plebiscito, de tal forma que el Gobierno pueda seguir adelante con la implementación. La tercera salida, es que el Gobierno le haga unos cambios cosméticos al acuerdo con las Farc en las reuniones de estos días en la Habana, e inicie su implementación sin volver a cometer el error de convocar a un plebiscito, pero dejando la imagen de que se hizo lo que los sectores del No y algunos enemigos de Santos han llamado “el Conejo” a los resultados del plebiscito.
La Silla Vacía plantea un cuarto escenario (http://lasillavacia.com/historia/el-dilema-de-santos-ponerse-o-no-la-camiseta-del-no-58432) , que como ellos mismos reconocen es muy improbable: que el Presidente Santos se ponga la camiseta del No, es decir, que lleve las propuestas de los sectores del No a la Habana y las defienda para “renegociar” un nuevo acuerdo. Las inusuales seguidas alocuciones presidenciales de esta semana, muestran a un Presidente que apoyándose en su Nobel de Paz, por el contrario busca defender el acuerdo actual con las Farc tal como se firmó. Frente a esto, La Silla Vacía y Cali Escribe la semana anterior, plantearon graves peligros para la democracia, como elegir un presidente “populista a lo Chávez” dicen en La Silla. Uno de Ultraderecha como el Ex Procurador Ordoñez, o de Izquierda radical como Gustavo Petro. Necesitamos urgente personas que terminen este trabalenguas sin enredar al país más de lo que ya está: aquel (aquellos) que nos desparangaricutirimicuarisacen buen(os) desparangaricutirimicuador(es) serán. ¿Los habrá?