Por Luis Hernan Ocampo G.

Me aprestaba a escribir esta semana sobre la polémica reforma tributaria que tanta ampolla está generando entre todos los ciudadanos y el mundo político, cuando me llegó el artículo que le acababan de publicar al periodista y escritor  Juan Gossaín https://goo.gl/ESkeUien el que hace un escueto pero contundente análisis, con base en cifras del Ex Dane César Caballero, sobre la situación de las 4 principales ciudades del país y el rezago de Cali “en todos los indicadores económicos y sociales”. Inmediatamente recordé las cifras sobre el hambre en la ciudad que informó esta semana el secretario de Bienestar Social de Cali, Esaud Urrutia: 100 mil personas se van a dormir a diario con hambre.

En su artículo, Gossain destaca que “en el área metropolitana de Cali hay en este momento doscientas industrias menos que en hace cinco años”, y de acuerdo con su fuente, César Caballero, esto “tiene mucho que ver con un profundo fraccionamiento entre dos ciudades que conviven en una sola, se desconocen y desconfían entre sí: la masa humana del distrito de Aguablanca y otros sectores populares, por un lado, y la clase dirigente y el empresariado, por el otro”. Este diagnóstico sobre las 2 Cali ya se conoce hace años en la ciudad, la pregunta, es qué se está haciendo y qué se debe hacer para revertirlo.

En el corto plazo, ya son muy conocidas las medidas de choque para paliar la peor consecuencia de la exclusión y la pobreza en Cali que es el hambre, en especial para las poblaciones más vulnerables: niños, adultos mayores abandonados y/o sin pensión, personas en condición de discapacidad y para el caso particular de Cali, afrocolombianos, sin educación, excluidos espacialmente en guetos separados por fronteras invisibles en la periferia de Agua Blanca, y sus similares de origen indígena que habitan zonas de ladera.

Los comedores en colegios públicos, los comedores comunitarios, que tienen su origen en las ollas comunitarias, y los bancos arquidiocesanos de alimentos han sido desde hace unas décadas las acciones que desde el sector público y privado se han implementado para mitigar el hambre en centros urbanos.

En ese sentido la iniciativa de la Administración Armitage de abrir nuevos comedores comunitarios en la ciudad es acertada, pero para el corto y mediano plazo, pues es una medida asistencialista sin impacto en la mejora de la calidad de vida de las personas en el largo plazo.

La prueba de lo anterior es que después de 8 años de no ir al sector de Bella Flor en la localidad de Ciudad Bolívar, en donde trabajamos con proyectos de carácter asistencial con la comunidad, me encontré un reciente especial de El Tiempo que muestra cómo no ha habido movilidad social en Bella Flor y 14 años después el comedor comunitario sigue siendo la fuente de alimentos de decenas de familias. No hay mejora en sus ingresos y en la cantidad de los alimentos que consiguen por haber conseguido un empleo formal, por haber tenido mejor educación básica y media,  por la disminución de la cantidad de hijos por familia, por el acceso a una pensión en el caso de quienes cumplieron la edad, o por haber constituido un negocio formal propio. Esto lo podemos ver en el siguiente video:

 

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Volviendo a lo que plantea Gossain, no hay que ver sino las cifras de impuestos, donde es el predial y no el Impuesto de Industria y Comercio, la mayor fuente de ingresos del municipio. Por esta razón, el llamado para la Alcaldía, es a que, si bien está muy bien calmar el hambre en el corto plazo, se debe apostar en la promoción de la actividad económica en la ciudad.

Debemos identificar y empujar a todos los espíritus emprendedores que se encuentran excluidos en las barriadas de Agua Blanca y Ladera para que puedan iniciar sus propios negocios y dar empleo entre la comunidad, en sectores que la Cámara de Comercio de Cali reconozca como parte de cadenas productivas con altos eslabonamientos y relaciones intersectoriales con los sectores industriales y de servicios más grandes de la región pacífico como por ejemplo, la proteína blanca (el pollo) y así, por fin, sacarle provecho económico a la cercanía al Puerto. El reto del Alcalde empresario debe ser no solo dar pez sino dejar pescadores bien embarcados.