Por Ramiro Varela M.
Cuando el señor Alcalde de Cali anunció a finales del 2009 su apoyo a la celebración del mundial de futbol sub 20, por supuesto todos los caleños nos unimos a tan importante evento, en donde se definió un aporte de la ciudad de $20 mil millones de un total de $26.900 millones. Seguramente allí debía haber un proyecto con sus estudios técnicos y un presupuesto, sin embargo todo se cambió y de qué manera, finalmente el costo total fue de $84 mil millones, lo que incrementa el valor final en un 312%, aumento porcentual totalmente irregular en cualquier país y en cualquier ciudad.
Mediante la obra fantasiosa de las vigencias futuras se fue ampliando el proyecto y por lo tanto aumentándose su costo. Muchos se opusieron y otros apoyamos la necesidad de remodelar el viejo Pascual Guerrero con 40 años de obsolescencia, sin embargo nunca hubo la posibilidad de observar el proyecto y mucho menos opinar sobre él. Y allí fue el error de la administración y del Concejo Municipal de no presentar los estudios técnicos a escrutinio público, mediante la participación ciudadana en donde los caleños hubieran podido recomendar a las instancias legales, una remodelación acorde con las posibilidades económicas nuestras y similares a las de los otros estadios de Colombia.
Pero por la obstinación faraónica de nuestro alcalde Jorge Iván Ospina la obra del estadio no solamente se convirtió en una remodelación, si no que se adicionó y construyó un volumen de obra nueva, que sumada a la corrupción del fondo mixto para la promoción del deporte del Valle, se llegó a la irracional cifra de $84 mil millones de inversión pública. Es una inversión de US$47 millones superando a lo realizado por ciudades como Bogotá y Medellín que se encuentran mejor económicamente. Digo irracional porque cuando uno tiene una ciudad con innumerables problemas sociales, y siendo la única que es crítica en desempleo a nivel nacional (15.4%), no es posible que se despilfarre el dinero público y de esa manera.
¿Que ganó el estadio?
Su nueva estructura es moderna e imponente, ayuda la cubierta y la silletería que le da un colorido y una imagen de ser un estadio europeo. Adicionalmente tendrá área para biblioteca y museo, restaurantes y salón para escuelas de salsa. Es decir de un complejo deportivo para futbol y atletismo, pasamos a tener un complejo de uso mixto para deporte, comercio y uso múltiple. El escenario también cuenta con nuevos camerinos, baños completamente renovados, ascensores, palcos y un parqueadero en la parte baja de las tribunas norte y sur.
El estadio creció sobre sus costados y ello le permitió tener un mayor uso interno, mas aun cuando algunos accesos se ampliaron y se construyeron sobre los andenes públicos anteriores. Esto le permitió mejorar de edificación arquitectónica a la luz de cualquier veedor ciudadano, pero el costo por supuesto que fue el de la ciudad, como se analizará en siguiente columna.
Indudablemente que el gran aporte y ese es el que no se ve, es el reforzamiento estructural de las tribunas de occidental, norte, sur y oriental, realizado bajo las nuevas normas de sismo resistencia y allí los caleños y visitantes, pueden tener la confianza de usar y disfrutar un escenario deportivo, bajo normas de seguridad en Cali como ciudad que tiene alto nivel de riesgo sísmico. Este es un gran aporte por supuesto al estadio y a la población caleña.
El estadio se quedó sin una infraestructura vial de envergadura como la tienen todos los estadios del mundo, con vías de amplia circulación como la Calle 26 en Bogotá con el Campin, el Paseo de la Castellana en Madrid etc., que tienen vías de acceso de doble calzada o más y aquí, quedamos con dos vías internas que difícilmente permiten una llegada o evacuación rápida de los miles de aficionados que usan el Pascual Guerrero. Todo por la reducción que se hiciera de las vías perimentales al estadio en su lado oriental y occidental.
Pero la pregunta sería si la ciudad necesitaba un área para biblioteca teniendo la biblioteca departamental a cinco cuadras, o si necesitaba un área para museo teniendo también el museo de ciencias naturales tan cerca. El compromiso del señor Alcalde con las escuelas de salsa era dotarlas de una edificación para esta actividad, pero finalmente se decide por un área para entregárselas a ellas.
Claro y la remodelación es algo positivo para quienes nos visiten, pero que no alcanzan a conocer nuestros indicadores de violencia, pobreza y miseria.
¿Qué perdió la ciudad?
- La ciudad perdió la posibilidad de tener en una inversión gigantesca de $84 mil millones los parqueaderos o estacionamientos que requiere no solamente la norma definida en el POT sino la necesidad de no afectar con un impacto urbano a los barrios y manzanas aledañas al estadio. Este problema no solamente es legal, sino que es real, en donde se está atropellando el derecho colectivo a tener un ambiente sano y una calidad de vida, situación que es totalmente vulnerada con los partidos de futbol cada 8 días y qué decir de los conciertos musicales o convocatorias de las congregaciones religiosas, que movilizan centenares de buses y miles de vehiculos alrededor del estadio. Los responsables administrativos fueron los asistentes al comité de movilidad del 4 de diciembre del 2009 de planeación municipal, en donde simplemente se limitaron a recomendar evaluar áreas de reserva de parqueaderos, que se articulen con el MIO con una integración tarifaria, como si esto fuera solución, esta es la respuesta del Director de Planeación.
- La disminución de las vías perimetrales al estadio Pascual Guerrero y en especial de las Carreras 34 y 36, para ampliar la edificación del estadio es un atropello con la ciudad. El paramento de la edificación del estadio Sanfernandino irresponsablemente se amplió sobre los andenes y la anterior vía publica para construir módulos arquitectónicos en las esquinas occidentales con norte y sur y en las esquinas orientales con norte y sur. La ciudad todavía no entiende lo que perdió, pero adicionalmente han sido los barrios contiguos al estadio los que se les disminuyo la movilidad, pero igualmente la evacuación y el acceso al estadio, van a ser complicados por el volumen de personas que atrae y genera el futbol o la música, que vive permanentemente colmando el escenario. Dios no lo quiera una evacuación de emergencia como las que hemos tenido en el pasado o el acceso de ambulancias y vehiculos militares, para atender el servicio terrestre de operación área con helicópteros que usa el estadio, va a tener problemas por no tener unas vías con sección amplia que permita una movilidad adecuada.
Así mismo se disminuyeron los andenes, para dar paso a la nueva conceptualización arquitectónica, vulnerando el espíritu de la ley de planeación sostenible, para tener una movilidad peatonal y vehicular adecuada. Aquí también cabe una responsabilidad de los funcionarios de Planeación Municipal.
- La nueva reglamentación urbana determinada en la ley de ordenamiento territorial 388 de 1997 y el POT del año 2000 obligan a ceder como zona verde publica el 14% del área total del estadio, pero no hubo quien tuviera la iniciativa de haber utilizado este instrumento para comprar unas manzanas, para que fueran adecuadas como zona verde, necesidad imperiosa de la ciudad ante la ola de calor que se vive en Cali. Pero pudo más la decisión cortoplacista de hacer contratos directos o a dedo, seguirnos montando en la política del cemento y el concreto y no hacer una nueva y adecuada planeación de uno de los sitios urbanos más importantes de la ciudad.
Era fácil la construcción de parqueaderos debajo de esa zona verde y de esa manera se cumplía con la norma legal y con la necesidad de la ciudad y allí tranquilamente se hubiera podido usar la figura de la concesión, para adelantar sin un peso la construcción de la obra.Es por ello, que podemos concluir que la ciudad con el estadio Pascual Guerrero remodelado ha perdido mucho, pues se hizo como se remodelan las casas populares cuando hay plata. Escaleras en antejardín, mármol, balaustas, ventanera de lujo, muchos cuartos y sin patios ni antejardín, en una vía muchas veces peatonal. Fue una decisión producto de una cultura arquitectónica equivocada, que muy pronto en Cali debe ser reevaluada para bien del desarrollo integran y planificado de nuestra ciudad.
Para saber más… Informe sobre el estadio Pascual Guerrero
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