¿Cómo permitió remodelar el estadio?

Alcalde Jorge Iván Ospina, Iván Ramos y Johanio Marulanda

Unidad Investigativa Caliescribe

Bajo la alcaldía de Ospina, la Universidad del Valle en cabeza de Iván Ramos, ha tenido el equivalente a una bonanza petrolera; Ha acaparado recursos municipales en contratos asignados sin licitación, a través de la cuestionada modalidad de convenios interadministrativos. Durante estos 4 años, los contratos asignados ‘a dedo’ suman cerca de $30.000 millones, violando los mínimos preceptos legales de contratación, como la licitación.

¿Qué conexiones entre Univalle y la alcaldía han permitido que las cifras de contratación directa se hayan disparo en este periodo, y qué ha pedido 'a cambio' el municipio para ofrecer dinero a manos llenas? En el trasfondo se esconde la millonaria remodelación del estadio Pascual Guerrero, realizada por la alcaldía y el Fondo Mixto por $83.500 millones con anuencia del rector Ramos, y bajo la misma modalidad de ‘convenios’.

La historia puede ubicarse en enero de 2010, cuando Jorge Iván Ospina llegó a la alcaldía, tras una campaña que empezó años atrás, cuando era director del HUV; Ospina logró un capital político importante al frente del Hospital de Univalle y amigos en la Facultad de Salud.

O quizá, la historia arranque un poco antes, cuando su esposa, Marcela Patiño Castaño estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad del Valle; allí conoció al profesor Johannio Marulanda, coordinador del área de Postgrados en Ingeniería Civil de ésta institución y una eminencia en la materia.

La confianza, cercanía y amistad de Marulanda terminaría años después en su nombramiento como jefe de Planeación Municipal, la cartera más importante de su administración Ospina, en tanto que se preparaba para ejecutar un ostentoso plan conocido como las Megaobras.

Marulanda, Doctor PhD en Ingeniería de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, parecía de lejos, la persona más competente para planificar el futuro de la movilidad en Cali.

Sin embargo, lejos de plantear un plan serio, Marulanda se convirtió en la más grande decepción al orientar desde su cartera unas megaobras sin plan de movilidad, totalmente erradas, fantasiosas y alejadas de la realidad del sistema de la valorización de ciudad. Pero sobre todo, porque desde su cartera, y con la amistad de la primera dama, permitió el peor adefesio en el cobro de la valorización y de la contratación púbica, contratar obras sin estudios, sin diseños ni presupuesto definitivo. Pero igualmente Univalle se prestó a que le invirtieran $83.500 millones sin convenio ni participación, sin aparente razón, pero de fondo ambos alcalde y rector ganaron y mucho. Veamos:

La contratación con Univalle por respaldar Megaobras

Gracias a los olvidos, omisiones o justificaciones del PhD, el alcalde Ospina le permitió orientar el proyecto bandera hacia el público y darle la bendición como proyectos de ingeniería, para que otros manejaran los multimillonarios contratos de obras por un valor de $869 mil millones.

Pero éste gran favor que le hacía al alcalde y a los Concejales interesados en los negocios de Megaobras, tuvo la contraprestación de orientar la mayor contratación en la historia de Univalle, por una cifra superior a $30 mil millones,en donde hay objetos contractuales innecesarios, se violaron los preceptos legales de la contratación pública, se escogieron los profesores–consultores para ganar dinero con diferentes contratos. Y pasó de todo… sin que nadie se diera cuenta.

¿Pero cómo hacer esto sin despertar oposición? Con la venía y el visto bueno de la misma universidad de donde venía. Inicialmente el departamento de Planeación contrató con Univalle estudios por al menos $ 11.069 millones de pesos, con nombres tan coloridos como: “Estudios para viabilidad de torre única de telecomunicaciones”, que se previó por $250 millones pero que extrañamente se extendió hasta los 2 mil millones; “Fortalecer la gestión del ordenamiento urbanístico” (por $3.730 millones) una dependencia con cientos de funcionarios. “Formulación plan marco visión 2036”, por $600 millones, unos lindos tomos a full color (con los resultados de los estudios) que explican de manera utópica cómo debería ser Cali a esa fecha, pero que siriveron engalanar anaqueles en los achivos del CAM, pues no tuvieron adopción legal por la misma alcaldía que los ordenó.

Y no olvidemos otro convenio de pomposo nombre: “Diseño e implementación de instrumentos para el monitoreo estructural de las entidades públicas” un estudio que le costó a los caleños $4 mil millones. Eran buenos tiempos para la Universidad del Valle, sobre todo para su rector Iván Ramos, quien tendría a su cargo una institución pública clave, la llave para celebrar 'convenios interadministrativos' con la alcaldía de Jorge Ivan Ospina, sin necesidad de las fastidiosas licitaciones, ya que por ser dos entes públicos pueden firmar ‘convenios interadministrativos' sin importar el valor ejecutado.

A propósito de ello, en días pasados, la Auditoría General de la Nación desató una candente polémica al afirmar que Cali era la campeona Nacional en contratos asignados ‘a dedo’ (sin procesos licitatorios). La legislación colombiana admite la ‘contratación directa’ en casos excepcionales para que municipios adjudiquen recursos a través de fundaciones, cooperativas o universidades. Pero lo que el legislador previo como casos excepcionales, en la administración Ospina se volvió la regla y por ello su campeonato de contratos a dedo asciende a mas de $1 billon.

El convenio con el estadio crece la contratación con Univalle

Desde entonces, las “buenas” relaciones entre Univalle y Alcaldía crecieron; en 2008 la alcaldía planteó más "convenios" con Univalle, un estudio llamado ambiguamente “Articulación Social” por $238 millones y en agosto un tercero por $283 millones que aparece registrado como “Organizaciones sociales mujeres”. Todos los del 2008 suman $780 millones de pesos.Era el preámbulo del año en que vendrían los verdaderos negocios. En 2009 la alcaldía solicitó convenios con facultades como ingenierías, Salud o el instituto Eidenar, en contraticos “pequeños”, que sumaban $878 millones, y que respondía a nombres como  “Fortalecimiento Gestión Dpto. Ad. Planeación”, “Políticas pública Niñez” o “Monitoreo vertimientos y calidad de Agua”.

Hasta ahí todo parecía bien, pero la cifra de convenios siguió creciendo de manera alarmante, al tiempo que Ospina requería también de Univalle adelantar la remodelación de estadio para invertir una suma grande de dinero. Requería que la Universidad dejara en sus manos, sin condiciones, también la adicion de obras del estadio que no esta dentro del comodato de administración y mantenimiento, sin decir ni pedir nada a cambio, y que se haría toda la contratación de manera directa, burlándose de la ley con el Fondo Mixto para el Deporte, de nuevo, a través de Convenios para pode direccionar multimillonarias obras a sus amigos.

Univalle prestó su estadio para que construyeran ahí lo que el Alcalde tuvo a bien construir hasta gastar $83.500 millones, momento en el cual el escándalo fue tan mayúsculo que debió parar, aun faltando muchas obras por terminar. Aunque la comunidad Universitaria demandaba respuestas del Rector, este seguía de oídos sordos, como los grandes mayordomos.

Nuevos contratos para calmar a las fuerzas universitarias

Claro, si en ese entonces Univalle estaba precisamente cerrando los contratos más jugosos con el alcalde. Al alma mater le habían asignado de manera directa un premio gordo, se trataba del convenio interadministrativo No. 4143.2.26.865 titulado “Hacia una nueva Cultura Educativa”, un plan entre la Secretaría de Educación y Univalle para “fortalecer las competencias docentes y Estudiantiles en 91 colegios de Cali” por un valor de por $6.960 millones. En total los Convenios con la Dirección de Extensión y educación de Univalle, en los cuatro años de Ospina alcanzarían la suma de $10.500 millones.

Con todos estos dineros corriendo al interior de la Universidad, el rector tenía neutralizada la oposición interna que pudiese venir con el tema del estadio u otros temas álgidos de la candente alma Mater vallecaucana, e incluso le alcanzaba para ofrecerle contratos de prestación de servicios a los estudiantes, que también lo veían con buenos ojos.

Los contratos con Univalle ¿a quién benefician?

La municipalidad, con una planta de más de 3 mil empleados, no podía ejecutar por si misma estudios para actividades del Sisben, gestión de Planeación, pero ahí estaba la universidad para ejecutar ese presupuesto; Univalle empezó a remplazar al Municipio en su labor de preparar y proyectar sus propias necesidades, en otras palabras, la Universidad se estaba convirtiendo en un pequeño municipio dentro de Cali, con su propio CAM en el edificio de Administración de Meléndez.

Con tan buenos amigos, Ramos tenía cientos de contratos para repartir a las diferentes facultades; muchas dependencias vieron llegar dinero a borbotones, como la Facultad de Salud, tan cercana a Ospina, la escuela de Ingeniería Civil de Johanio, con un contrato  por $373.049.775, La facultad de Administración,  la Escuela de Trabajo Social, con sendos contratos por más de 500 millones, el CISALVA, el EIDENAR e incluso las facultad de artes se ganaron contratos directos con la alcaldía.

Cuestionado por periodistas de La Silla Vacía sobre el esguince legal de estos contratos, Ospina explicó que los convenios administrativos son permitidos por la Constitución. "La herramienta no debe estigmatizarse. Quienes se oponen son los contratistas que antes tenían todos los contratos de la Administración y hoy no."

Universidad del Valle Ciencias

¿Cómo se ‘cocinaban’ estos convenios?

Con proyectos tan onerosos y un poderoso brazo financiero al interior de la Universidad, Ramos no sólo contaba con el presupuesto de la Universidad, amarrado a gastos normales de funcionamiento, sino que podía contratar a cientos de docentes y mover recursos extraordinarios en las dependencias. Se contrataba a un Gerente operativo, que ganaba entre $3 y 4 millones, como el caso de Claudia María Peláez, Coordinadora Administrativa del Convenio “Hacía una nueva Cultura Educativa”, quien recibió pagos anuales de hasta $30 millones por este convenio, y de $15 millones por el siguiente; de ahí para abajo se contrataban asistentes de coordinación y personal administrativo como Lina María Pedroza, quien por año ganaba, adicional a su sueldo, hasta $15 millones con estos convenios. ¿Quién decidía estos honorarios? ¿Bajo qué criterios? ¿Quién escogía a los profesionales idóneos? Todas son preguntas pendientes para al rector Iván Ramos.

Según Cifras de la Auditoria, las entidades públicas caleñas ejecutaron 5.636 contratos directos por la suma de cerca de $1 billón de pesos, muchos de los cuales, como vemos, fueron firmados con uno de sus grandes socios, La Universidad del Valle. El sólo convenio interadministrativo para

formular “Políticas Públicas para la Niñez” le costó al erario municipal $5.150.000.000;

¿Acaso las políticas que dicta el ICBF no estaban bien? ¿Acaso las dictadas por el Ministerio de Protección Social no eran apropiadas para Cali? Otro caso aberrante es el Convenio entre el DAGMA y Univalle para “Identificación responsables ríos zona urb. Cali”, cuyo valor asciende a los $4.738.750.000 y cuyas conclusiones podrían haber sido tomadas por la CVC o el mismo DAGMA. Todo esto se llama despilfarro y también es celebración indebida de contratos.

En total, Caliescribe ha encontrado contratos de asignación directa entre el municipio y Univalle por la astronómica suma de $ 28.596.842.539, al punto que lo único que la opinión pública puede preguntarse es qué han hecho los organismos de control. ¿Qué ha hecho la Contraloría de Cali en cabeza de Alma Carmenza Erazo? ¿Qué dice el  Personero Municipal?

Con todo, la pregunta de por qué la Universidad del Valle está dejando perder el estadio Pascual Guerrero en manos del Municipio parece ser contestada, por un evidente afán reeleccionista de parte del Rector. Si bien Univalle no participó en cuestionados contratos del 'Pascual', aun siendo de su propiedad guardó silencio, evitando enemistarse con su mayor benefactor: el alcalde Ospina, que le ha permitido manejar una nueva gobernabilidad en Univalle.

Univalle perdería definitivamente el estadio ‘Pascual’

En 1957 la gobernación cedió a Univalle el dominio que tenía sobre el Estadio Pascual Guerrero y las piscinas Alberto Galindo; recordemos que la universidad goza de la nuda propiedad pero no del Usufructo. Como la universidad ocupa unos terrenos del municipio en su sede de San Fernando, la alcaldía a propuesto hacer una negociación de canje que incluye el estadio, aunque no se conoce aún en detalle los pormenores de dicha negociación.

En derecho de petición dirigido a la Oficina Jurídica de Univalle, Caliescribe pudo establecer que desde el año 2010 con iniciativa de la administración Municipal “se han adelantado negociaciones entre la Universidad y el Municipio para llegar a un acuerdo equitativo que beneficie o satisfaga el interés de ambas partes y posibilite un mejor cumplimiento de sus actividades misionales”. Sería bueno que se hiciera público de parte del Consejo Superior cómo será ese “acuerdo equitativo”, que por ahora se mantiene en secreto. Pero la cosa no acaba aquí, la comunicación firmada por Iván Enrique Ramos explica:

“De acuerdo con lo anterior, el pasado 19 de agosto, el Consejo Superior Universitario recibió un informe detallado por parte de la rectoría sobre el estadio actual de las negociaciones de traspaso y permuta de estos bienes entre la Universidad del Valle y la alcaldía de Cali”. Es decir, reconocen que el estadio está en proceso de traspaso, o por lo menos su lote, en cambio a unos lotes que históricamente siempre ha usado la Universidad en su sede San Fernando.

¿Y entre tanto, qué ha dicho el Consejo Superior de Univalle? Otra pregunta incómoda para la comunidad Universitaria que estudiantes y profesores deberían hacerse, pero anestesiada con los convenios, parece haberse desentendido; sobre todo cuando uno de sus más grandes patrimonios, el Pascual, está siendo negociado para su enajenación. La Universidad perdería para siempre un bien inajenable de una manera irregular.

Como informó la Revista Dinero en su investigación "Carruseles por todo el país" el alcalde Ospina está siendo investigado por irregularidades en 12 contratos interadministrativos; ojalá le responda a las “ías”, como los otros quince procesos entre indagaciones e investigaciones formales, y aclare por qué quiere quitarle el estadio a la Universidad, tras una serie de contratos por casi $30 mil millones.

El que parece tener un teflón contra cualquier escándalo o indagación es el Rector de Univalle Iván Ramos, que hasta en las cámaras de Noticias Uno respondió con evasivas frente al tema del Estadio y sus negocios con el Alcalde. Como dice el proverbio, hasta el diablo cree que hace milagros, ojalá no sea muy tarde cuando la comunidad univalluna descubra lo caro que va pagar estos convenios regalados a manos llenas, ojalá que cuando se den cuenta del error de dejar pasar, no sea demasiado tarde. Lo cierto es que todas estas investigaciones están adelantadas en la Procuraduría General de la Nación y la Fiscalía General de la Nación.

Documentos soporte:


 


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