Por: Hugo Salazar J.
Con todas las situaciones que estamos viviendo en nuestra Sultana del Valle, en el “Cielo” para algunos, nos recae una más: Cali sin agua potable.
Viene al recuerdo de lecturas idas, de las costumbres aparentemente pasadas, que hace muchos años, tal vez siglos, el título de este artículo era el anuncio de que algo venía y que una “porquería” llegaría, para que la gente se apartara.
Hoy, por muchos factores, viene mucha agua. Cambio Climático, dicen unos, período de transformación de la tierra, gritan otros. Lo cierto es que lo único que se deteriora, es la “calidad de vida de los ciudadanos, pero también de la fauna, de la flora, del territorio y de todo lo que lo rodea”.
Busquemos más realidades, más cercanía a tener los pies en la tierra.
¿Quiénes deben observar, prever, crear, innovar, accionar, proceder, controlar?
Pues los que se dedican a dirigir a la comunidad, a determinar las políticas, a quienes les nace verdaderamente ese espíritu de hacer el nexo entre ciudadanos y el estado y a los administradores del mismo. Esa sería la forma más pura de hacer una conducción política… Seguimos soñando.
Pero veamos qué nos pasa: En el momento que más agua tenemos, claro por lluvias o por más invierno, el agua potable se nos va. Se congestiona la ciudad, se trastoca el territorio, vienen avalanchas, deslizamientos, inundaciones, damnificados, casi siempre los mismos o por las mismas razones y tal vez en los mismos sitios. También hay desaparecidos y muertes.
Al hacer un simple análisis, se observa que quienes debieron actuar o cumplir con su deber, no lo hicieron. Se dedicaron a otros menesteres, obedeciendo más a sus intereses particulares o el de otros al mando, todo ello, sin haber analizado lo fundamental, su vulnerabilidad, los riesgos, y sin darle un orden estableciendo prioridades, definiendo acciones y procediendo, siempre con respeto a las normas, la legalidad y la constitución nacional.
Dentro de las ciudades, las invasiones perennes, por los mismos, en negocio particular, permitida por la politiquería, por la falta de planificación, a veces patrocinadas por los mismos dueños de las tierras. No importa, recursos desperdiciados, son ayudas… canalizadas.
En la planificación municipal se les olvidó que: el manejo de la escorrentía, del control de inundaciones y del agua lluvia en general, no es un servicio público domiciliario, sino que corresponde a la responsabilidad de las administraciones municipales y que el lavado por lluvia de las calles, de los canales y de las redes de agua pluvial, deben de controlarse y en lo posible tratarse, antes de que lleguen a los ríos. Aquí ha habido una confusión y un aprovechamiento de la, supuesta, responsabilidad asignada a las empresas de servicios públicos domiciliarios, que no les corresponde. Esto ocasiona sobrecostos en las tarifas de los servicios públicos, que a la larga serán impagables por los usuarios. Si les ESP quieren hacerlo, que le cobre el servicio al municipio.
En fin, y en resumen de todo lo anterior, rebulle entonces la corrupción, la que permite demorar a propósito o presentar excesiva rapidez, para que aparezcan las contrataciones de obras y trabajos con estudios incipientes o incompletos, que a la larga sobrevaloran la acción o la dejan incompleta, pero los dineros… se evaporan.
Y ahora preguntemos: ¿Cuántos compromisos sobre la recuperación del Río Cauca se han firmado? ¿Cuántos buenos propósitos duermen el sueño de los justos?
Cali y los Departamentos de Valle y Cauca, dependen del Río Cauca. Agua potable, agricultura, energía, embalses, riegos, control de inundaciones, transporte, pesca (ya casi desaparecida), paisajes, clima, aves, fauna en general, etc.
¿Qué le hemos hecho a ese ser vivo que se rebela contra nosotros, al no cuidarle su propia cuenca, y las cuencas de sus afluentes? – Todo.
Permitimos que se deforestaran todas esas cuencas, que se autorizara cultivarlas irregularmente, que no se adelantara un plan de educación cultivadora, ajustada a las características del suelos, a sus circunstancias hidrogeográficas y geológicas. Admitimos la explotación minera rudimentaria e inexperta, pero también la inversionista e inadecuada. Dejamos que se cultivara hasta sus orillas, haciéndolas deleznables con cualquier aguacero; pero aún más, no nos pronunciamos ante la violación de las normas y la Ley, dando paso a la desaparición de las franjas protectoras y la invasión de las reservas forestales… También se fue laxo con el Narco-tráfico.
Finalmente se obtuvo la perdida en la calidad del agua cruda que, en gran cantidad, llega y transporta un gran río como el Cauca, que se ha convertido en un gran conductor de sedimentos turbios y contaminantes, que se vuelven prácticamente intratables o utilizables aguas abajo… Y la ciudad o las ciudades, con sed. ¿Cambio Climático? ¿Transformación de la tierra?… ¡No. corrupción, desidia y no participación!
Ahora repetimos: AGUA VIENE…AGUA VA…Y en muy mal estado…Y por porquerías.