Por: Isabel Saa

Primera parte

Emilio Hernández es un arquitecto y escultor caleño. Estudió diseño publicitario en la Academia de Dibujo Profesional de Cali, luego se fue para Cartagena y ahí estudió arquitectura.  Más tarde hizo un Doctorado en restauración y paisajismo de los contemporáneos de Gaudí en la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona – España y su encanto por el arte también lo llevó a cursar estudios en escenografía para televisión y teatro en la ciudad de Bogotá.

CALI ESCRIBE, reconoce la labor artística y cultural que este gran hombre le ofrece a la ciudad de Cali. Por eso, con motivo del más reciente reconocimiento que Emilio recibió en New York el 27 de marzo del 2011, lo visitamos en su taller ubicado a las afueras de Cali y nos contó como ha sido este proceso.

CALI ESCRIBE: ¿En qué momento empezaste a hacer escultura?

EMILIO HERNÁNDEZ: Un día me invitaron a tomar un taller donde trabajaban con arcilla y me metí y empezas a experimentar… Primero conocés la técnica y después empezás a jugar con ella.

    

C.E: ¿Qué pasó en medio de ese juego?

E.H: Ahí apareció un personaje y empiezan a visitarte como si te mandaran razones… Fue un personaje con el que empecé a jugar… Un personaje fuerte… La gente lo veía y les daba como sustico, eso me encantaba (risas). Primero fueron puros duendes y personajes alados y como muy de las leyendas de los campesinos.

C.E: ¿Cuál ha sido la evolución desde ese primer personaje hasta los que vemos hoy?

E.H: Ha habido una evolución grande, cada vez se vuelve más suave.  Al principio era más fuerte y un poco más agresivo, era más falta de dominio de técnica, yo pienso, pero sigue siendo el mismo personaje.

C.E: ¿Cómo, cuándo y dónde fue la primera exposición?

E.H: La primera exposición yo la tuve en Popayán en el año 90 y fue por la insistencia de amigos, de ver mi trabajo.  Me decían métete y yo les decía… ¡No, yo no quiero esto!… Prefiero mi cuento de la arquitectura y la publicidad.

Insistieron en organizarla y finalmente dije ¡Listo! Entonces me puse el reto y creé unos personajes, a los que todos les decían “quijotes” por los trazos y por lo flacos. Esa muestra se llamó “Los Anales de la Mancha”, y fue una sorpresa porque dije: ¡Yo voy y expongo y ya!, pero de todas las exposiciones que habían la más visitada fue la mía.
Salí a la calle y empezaron a hacerme entrevistas y me preguntaban cosas y me decían “maestro” y yo como que ¿Mmm?… Esto suena como inventado (risas). Y entonces todo el mundo me pedía que firmara las postales y eso siempre me ha dado como penita… Pero pues chévere porque creó un compromiso.

C.E: ¿Cómo llegaste a ARTEXPO en New York?

E.H: En 2008 participé y me gané una convocatoria que hicieron en N.Y para hacer la estatuilla de un premio que se llama Mi Héroe. Era para una fundación que trabaja por el VIH en Suramérica y en África. Mi propuesta, fue un personaje parado sobre un mundo liberando cinco palomas. El símbolo de ellos era una paloma mensajera que iba y entregaba medicina en varias partes del mundo.

Yo había ido a ARTEXPO hacía unos 7 u 8 años y me había encantado, pero lo veía como un imposible. A raíz de eso, ellos mismos me llamaron y me dijeron: ¿Por qué no venís a la feria?…Yo cerré los ojos, me endeudé hasta el alma y me fui.

C.E: ¿cómo fue tu llegada?

E.H: Llegue muerto del susto, había diseñado mi stand desde aquí y lo armé. Cuando lo terminé dije: “Yo estoy bien, me siento bien pa’ la pelea” y no había visto a nadie. Fui a dar la vuelta por la feria, miré todo y dije: “Yo me siento al nivel de lo que está pasando aquí”, incluso me puse a molestar y dije: “Si aquí dieran premio por el montaje del stand, me lo tendría que ganar”.

C.E: ¿Cómo te enteraste que habías ganado el premio al mejor escultor de la feria?

E.H: El último día, estaba yo ahí parado en mi stand… (Con mi inglés me defiendo, no me dejo hundir, pero es horrible) cuando me dijo el que estaba manejando mi obra allá: “Vé, ¡Te tenemos una sorpresa!” y yo: “¿Sorpresa de qué?” Cuando llegaron con cámaras y tomaban fotos y me abrazaban y me entregaron una cosa pero yo no veía nada y yo decía “¿Qué está pasando?”. Todo el mundo me hablaba pero yo no entendía (risas). Entonces saqué la cabeza y le dije a mi amigo “¿Qué es lo que está pasando, qué me gané?” y él dijo: “El premio al mejor escultor de la feria” y yo no lo podía creer, que maravilla… ¡Ese fue un día espectacular! Primero el premio, y luego llegó una señora archimillonaria, de una dulzura y una sencillez… Es una de las 7 mujeres más importantes de la educación en Estados Unidos y se enamoró de mi obra y me compró ese mismo día, entonces era venta, era premio, ¡Era de todo!.

C.E: ¿Qué significa haber recibido este reconocimiento como artista?

E.H: Yo creo que en toda relación, de trabajo, de pareja, de amigos, de lo que sea, hay momentos duros y hay momentos buenos, pero siempre estamos esperando una palmadita en la espalda, ¿cierto?, sentir un abrazo, yo lo siento como eso. Aquí en Cali me han zangoloteado (risas), me han tratado mal a veces y digo bueno, ¿entonces qué?…No entiendo, si yo no soy nada, no soy artista según unos pocos aquí, ¿qué está pasando?… La gente me quiere, apoya mi trabajo, a la gente le gusta, sobre todo a la gente joven, eso es lo que siempre me ha gustado más.

Yo nunca estoy buscando medios ni aplausos, esta vez no lo estoy haciendo tampoco, pero si quiero que se enteren. ¿Por qué ahora no salen a decir algo? si me atacaron en una época, pues ahora digan bueno, nos equivocamos, cualquier cosa… Pero no ha sido así.  Con todo y la importancia del premio, no ha sido fácil con los medios, hay algunos  que no han querido apoyarme, ni los medios más locales.

Está la satisfacción de uno si, se hizo bien y la gente que te rodea, la gente que te quiere, está llena de orgullo y bueno pues si publican que mataron a 5 tipos allí ¿por qué no dicen logramos algo? (risas) ese logro no es mío, es de todos…

(Continúa…)

Espere en nuestra próxima entrega de CALI ESCRIBE la segunda parte de esta importante entrevista, que nos motiva a la necesaria reflexión sobre la importancia de apoyar y validar nuestro talento local.