Es cosa segura, la asexualidad que asumen les viene de mirarse los zapatos mientras el coliseo los mira. La penetración comienza con el contacto visual. Por eso no hay estrellas porno ciegas y por eso les sale tan rápido a los de Ladytron el movimiento de los dedos y las cruzadas intrapersonales. Compusieron el himno del país donde se ensamblan los sintetizadores Korg y frenaron el avance de la malaria entre el servicio secreto ruso. Todo esto sin darse cuenta, sin levantar la cara del piso.

Se niegan a utilizar samplers y han admitido públicamente que una fotografía autografiada de Don Omar sería un útil abortivo en caso de que alguna borrachera en los camerinos terminara en embarazo, un miedo que sería irracional en agrupaciones compuestas por puras antenas, como las de glam. Para fortuna de los obstetras con el estómago impresionable no se puede concebir por el recto. Basta con imaginarse un hijo de Slash con Alice Cooper para agradecer que en la raza humana sea inusual el hermafroditismo.

A los primeros que escucharon sus álbumes el recorrido al trabajo se les hizo trizas. Por fortuna, pocos de sus fans tenían uno de tiempo completo y podían regresar a la casa a pie y terminar en un pub viendo perder al Arsenal.

Para esta década difícil de pronunciar emergen del bunker nuclear y por tercera vez se deciden a reinventar lo Chic. Seguro les supo a arepa sin sal lo de los uniformes militares. Ya se les ve más folklóricos. Bueno, bueno… más atrevidos, o enternecedoramente portmodernistas o premodernos de plastilina. Daniel Hunt, Reuben Wu, Helen Marnie, Mira Aroyo, (que se despacha algunas canciones en búlgaro) pasaron de la congelación in vitro al paseo de la fama imaginario con Gravity the seducer, que sigue la línea evolutivo lógica de los álbumes anteriores, con algunos tonos de aluminio enriquecido y otros si mucho de metalófono.En resumen, debo decir que los críticos de música moderna sufren todos de irritación en las axilas. Les recomiendo el aloe vera.