Más temprano de lo que se pensaba la distancia que se extendió entre Rodrigo Guerrero y el resto de los candidatos dejó de ser una premonición para convertirse en una tendencia. Al medio día, las cabezas más agudas en cada una de las campañas en competencia ya sabían para dónde iba la cosa.
"Una ciudad que jamás ha elegido a alguien que haya tenido logros destacados en el campo intelectual o científico, ¿una ciudad sin hombres notables?"
En los días anteriores, las encuestas (que más que informar sobre las tendencias las forman) ya daban vencedor a Guerrero, en un empate técnico con María Isabel Urrutia, en algunas de ellas. En los comicios anteriores para alcalde, había sucedido lo mismo, una y otra vez: en tres ocasiones se le cayó la vuelta a Kiko Lloreda en la tarde, cuando el conteo de votos en la mañana, y las encuestas realizadas durante todo el proceso, daban perdedor a Cobo, Apolinar y Ospina, respectivamente.
Por tal razón, se esperaba un milagroso repunte de Urrutia y Milton en la tarde, cosa que esta vez no fue. Con la certeza de una victoria matemática ya en el bolsillo, Rodrigo Guerrero parqueó la Toyota blanca frente a su sede y rápidamente ganó altura yendo directamente al segundo piso, donde le esperaban todos los interesados en su victoria. Todos los que pusieron, para más señas.
¿Por qué esta vez hubo tres aspirantes con opción real cuando siempre fueron dos? ¿Quién se entrometió? Parecería que el pato de la foto es Milton Castrillón, que vino a terciar una baraja que solía ser de dos. Es por eso que Rodrigo Guerrero es el alcalde que en los tiempos de la democracia ha ganado con el menor porcentaje de votos. La ventaja de Guerrero en este escenario radica en que la que dividió los votos con Milton fue Urrutia y no él. Por lo cual no es extraño pensar en un intuitivo interés de ambas campañas en adherirse, sobre todo en la recta final de la contienda, en la que ya Guerrero empezaba a sacar una luz de ventaja suficiente para alertar a los otros dos. Para sorpresa de todos, Milton no se acomodó en ninguno de los dos balnearios y continuó campante con su aspiración solipsista, lo que a la larga terminó por favorecer a Guerrero, que por mera ascendencia política y onomástica ya daba por sentado el apoyo generalizado de los estratos 4,5 y 6. La pelea estaba por las capas medias, y fue en ese terreno que Guerrero terminó por desequilibrar la balanza.
¿Por qué ganó Rodrigo Guerrero?
Es extraño que los procedimientos lógicos que los caleños eligieron para pensar su voto estuvieran trazados desde la tradición. ¿Cómo se vende por segunda vez una idea que en primera instancia llevó a miseria estandarizada, mediocridad sistemática y detrimento continuado del patrimonio geológico, natural y humano? Habrá que revisar los anales de la década del 90 para entender de qué hablo. Si usted desea saber cuál fue el rendimiento de Francisco Maturana al frente de la selección Colombia puede irse por varios lados: Leer a los columnistas deportivos o verse los partidos, para comprobar, por usted mismo, cómo le fue al equipo. No habría mucho riesgo de equivocar el juicio, los resultados son incontestables. Por eso es curioso que en el debate electoral, en lo que a Guerrero respecta, no se haya echado mano de los resultados puntuales (números) de su administración anterior, bajo una lupa independiente y no la de los medios con solidaridad de clase. Ése era el mapa natural dónde había que buscar su viabilidad con administrador al día de hoy. ¿Quién planea los debates? ¿Cuál es el ente que regula estos espacios? Más importante aún, ¿hubo debate?
La respuesta simple es no. Y la compleja también. Un debate es un espacio en el que las mayorías, previamente informadas de las propuestas, hojas de vida y nivel intelectual (factor que en la granja-maquila que es el Valle del Cauca no se tiene tanto en cuenta como los apellidos o el número de guardaespaldas) de cada uno de los aspirantes en juego ostentan. Una vez enterados, los participantes, electores y candidatos, se adentran, propuestas y hechos en mano, a una conversación multitudinaria que terminará dejando claro, para los racionales, quién ofrece una mejor perspectiva para el manejo de la ciudad, teniendo claro cuáles son sus necesidades y cuál es su naturaleza. No hay que ser un genio para darse cuenta que no fue esto lo que sucedió en la capital del Valle.
Ya mezclado el bonyur, vamos al punto: ¿Qué le dejó a la ciudad la primera administración de Rodrigo Guerrero? Habría que mencionar el programa de desarrollo, seguridad y paz (DESEPAZ) una obra unidireccional que se limitó, como siempre, al desarrollo de infraestructura habitacional para familias de escasos recursos, a unos costos altísimos que asumió el Municipio y Emcali.
Es recordado también por su aparato de propaganda, que ideó la épica campaña del “vivo bobo”, la cual fue una pincelada de lucidez pedagógica, de una administración marcada por la modestia ideológica.
No fue, sin embargo, el sector público el único probó la mano del nuevo alcalde de Cali. Casado con la heredera de un vasto imperio empresarial, María Eugenia Carvajal, Guerrero estuvo al frente de los servicios de la Fundación Carvajal. Fue director del Hospital Universitario del Valle, de la misma forma que guió los caminos de la Corporación Vallenpaz. Fue, además, rector de Univalle y secretario de salud la alcaldía de Cali.
El triunfo de un resucitado
Náufrago de un talego de firmas que se fue a dormir con los peces, Guerrero fue rescatado públicamente por Juan Manuel Santos y Angelino Garzón, quienes presionaron desde la capital el reconteo de las firmas, en momentos en que el registrador se aferraba a su determinación. Se contrataron 120 supernumerarios que contaron de nuevo algo que ya se había contado.
¿Qué pasó en primera instancia? ¿Por qué un número finito de votos que, se espera, permaneció inalterable entre un conteo y otro, arroja resultados que difieren de una forma tan escandalosa? ¿Quién contó mal?, ¿el primero o el segundo? Sea que se agregaron firmas válidas antes del segundo conteo, sea que aumentaron las firmas defectuosas en el primero el ambiente electoral comenzó a heder desde el comienzo. Había sospecha y premonición de trampa. Más tarde se decomisó campaña sucia en contra de Castrillón y poco después cayeron 7.000 millones que iban a ser inyectados a poco de los sufragios en la campaña de alguno. Ninguna de las cuestiones anteriores se aclaró. ¿La Fiscalía, el Procurador? Bien, gracias.
Los profesores universitarios de la ciudad deberían entender de una vez por todas que son ellos los que están mejor preparados para tomar el mando. Su poético desinterés ya no es necesario, lo que urge es la intervensión.
La campaña, en general, fue irregular y tal cosa no sorprende a nadie. Tal vez la pregunta que le queda a la raza política es si es mejor quedarse reflexionado sobre los entuertos o agregarse a un hipotético gobierno de unidad. Sea cual sea la decisión que tomen estos, es seguro que Rodrigo Guerrero empieza con una victoria dividida por la estratificación. El hombre ni se preocupó, a los largo de su campaña, por los estratos uno y dos. No se sabe si es porque consideraba que era una batalla perdida con Urrutia.
¿Qué dicen los universitarios?
En el ambiente pensante de la ciudad, hablo de aquellos que tiene un mínimo de conciencia política y se interesan en conocer las propuestas, el consenso generalizado era que no se hacía una changua con los aspirantes. La mayor parte de estos ciudadanos que se preocupan por su tierra y se niegan a vender su voto o a recibir meriendas, el mal llamado voto de opinión, dejaron ver su absoluta antipatía con la totalidad de las opciones para alcalde. Esta gente se abstuvo, se fue para Bogotá, se suicidó o votó por Mr. White, que, entre otras cosas, debe estar enloquecido en su casa celebrando el mayor porcentaje de adeptos en la historia.
No existe en Cali ningún aparato de análisis serio de la contienda mental que representa el acto democrático. Existe sí, un despliegue de culpas, favores, de créditos y deudas financieras, que se deben ser saldadas tras la elección. Una ciudad que jamás ha elegido a alguien que haya tenido logros destacados en el campo intelectual o científico, ¿una ciudad sin hombres notables?
Hay periodistas que hacen su mejor esfuerzo, sociólogos sin carisma política, académicos atrapados entre el tecnicismo y la neblina. Nadie da un paso adelante: opinan en Facebook y se obsesionan con el twiter, pero ninguno arriesga el pellejo por la ciudad. Los profesores universitarios de la ciudad deberían entender de una vez por todas que son ellos los que están mejor preparados para tomar el mando. Su poético desinterés ya no es necesario, lo que urge es la intervensión. ¿Cómo lloriquear por la elección de incompetentes si ninguno, atención, ninguno, ha tomado la espada larga en contra de una ralea de petardos tartamudos que nos tienen el orto como un aguamanil? ¿Quién debe hacerlo entonces? ¿Con qué fin la nación asume los costos de doctorados y maestrías en el exterior? ¿Para financiar un life style hipster o para emplear el conocimiento adquirido en el manejo de la realidad en la que vivimos, cuyas particularidades fundamentales se definen desde el control político? La retoma del municipio debe ser lo que las películlas de intriga policiaca han definido como "trabajo interno". En fin…
No se ve en Guerrero una claridad en el lenguaje que permita pensar que detrás de su estela social hay algún dejo de genialidad estratégica. ¿Por qué es tan importante el factor de una inteligencia aventajada a la hora de elegir un alcalde? No voy a subestimar la lucidez del lector respondiendo esto. Dando por sentado que está claro para todos que ésta debería ser la principal cualidad de un candidato vamos a lo que sigue:
¿Hay alguien, incluso entre sus más enceguecidos fanáticos, que se atreva a decir que Rodrigo Guerrero es la mente más brillante de Cali? ¿Dónde están sus textos sobre la ciudad, el hombre y el tiempo? ¿En qué parte del mundo podemos encontrar el razonamiento, científicamente probado, que elaboró para sostener sus tesis administrativas? ¿Tiene tesis administrativas? ¿O va a echar mano de las obviedades improductivas de la politiquería colombiana?
La pregunta aquí es: ¿Si Guerrero no era este superhombre del que hablamos? ¿Quién lo era?
Tal vez no es que Cali no sea capaz de elegir un gran líder sino que no es capaz de producirlo. Deberíamos considerar importar un marciano, o un robot japonés, para que nos gobierne, porque en lo que respecta a estas elecciones, no podemos decir que la ciudad se perdió de alguna propuesta evidentemente superior a las demás, ya que ninguna de las que había en la parrilla parecía ser redactada por una inteligencia superior, que es la única que nos sacaría de esta pifia sostenida que se agudiza con el pasar de las administraciones.
Feliz día y cariñosas congratulaciones al sector empresarial, a todos los industriales vallecaucanos que tienen sus intereses económicos fijados a la alcaldía de este buen hombre. Su triunfo es inobjetable y es una certeza que se les vienen buenos tiempos. A sembrar caña, a vender guarapo frío, a seguir trabando pues, que no falte el whisky, las vacaciones en Miami y los muebles de rattan en las quintas de los patrones.
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