Comida Chatarra

La comida chatarra está asociada a las cadenas nacionales y foráneas de comidas rápidas. Su principal característica alimenticia son los altos niveles de grasas, sal, condimentos o azúcares para estimular el apetito y la sed. Esta particularidad hace que este tipo sean de  gran interés comercial.

El auge de la comida rápida tiene sus orígenes en el capitalismo de Estados Unidos con sus cadenas de venta de hamburguesas, perros calientes, pollo y pizza. Paralelamente surgen las comidas pre-cocidas presentes en los grandes supermercados de cadena. Este tipo de alimentación surge de la imperiosa necesidad de tiempo en la preparación de los alimentos.

La gran mayoría de comidas rápidas utilizan numerosos aditivos alimentarios como el glutamato monosódico (potenciador del sabor), la tartracina (colorante alimentario) y conservantes para alargar su vida útil antes de su consumición.

En principio es alimentación desequilibrada, la comida chatarra le brinda al consumidor grasas, colesterol, azúcares y sal, mientras una verdadera comida debe proveer fibras, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales necesarios para el rendimiento del cuerpo. Un combo grande de comida chatarra (hamburguesa doble con queso, papas fritas, bebidas y postre) puede contener 2200 kcal, las cuales, a una tasa de 55 kcal por kilometro, requerirían un maratón de 40 kilómetros para ser quemadas.

Colombia es el campeón de la comida chatarra porque además de las bien conocidas cadenas de comidas rápidas tenemos nuestras propias cadenas como las de los pollos asados y apanados. ¿Quién no ha almorzado un domingo un combo de pollo asado con arepas y papa salada? Colombia y el Valle están infectados por la comida chatarra, empanadas, papas aborrajadas y rellenas, es tan solo una pequeña muestra, sin olvidar los menús habituales de carne, arroz, papas y tajadas, eso sí con una minúscula proporción de ensalada.

Nuestro territorio por sus bondades climáticas permite un abastecimiento constante de alimentos perecederos, frutas y verduras, pero su consumo es desproporcionadamente pequeño comparado con las grasas y carbohidratos.

Una comida rápida no tiene porque desequilibrar la balanza alimenticia, es tan solo cuestión de modificar los hábitos alimenticios, tan solo reduciendo la cantidad de carbohidratos y reemplazándolos por vegetales y frutas.