Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.


Algunas pequeñas ciudades han sido iniciadas por gobiernos que quieren quitarle la carga a otras grandes ciudades, o llevar la economía a otras regiones en el interior de sus países, y casi siempre para ser una nueva capital, lo que facilita las cosas, como el caso mas reciente de Abuja capital de Nigeria, de 1991, de International Planning Associates; Yamoussoukrou que remplazó en 1984 a Abidjan como capital de Costa de Marfil; y Dodoma capital de Tanzania, de 1975, y no  es casualidad que casi todas estén en el Tercer Mundo. O antes Camberra, capital de Australia, de 1913, de Walter Burley Griffin; Chandigarh,  de 1950, de Le Corbusier; Brasilia, de 1957, de Lucio Costa y Oscar Niemeyer; o Islamabad, de 1965, de Louis Khan.

Asignar una nueva capital significa la transferencia de todas las oficinas del gobierno o al menos muchas, además de embajadas y negocios, arrastrando otros, ya particulares, y demás servicios complementarios. Este es justamente el propósito de pasar la capital del Departamento del Valle del Cauca a Buga pues le quitaría presión demográfica a Cali, como de manera similar le va a quitar transito pesado la carretera Loboguerrero – Mulaló que por fin ya se va a construir. Quedando por lo demás su capital mas al centro de la región y mas cerca del puerto de Buenaventura, como del interior del país, camino a Cartagena, vía Santa Fe de Antioquia, y de los llanos orientales y Venezuela, Y para Buga sería la posibilidad de un nuevo desarrollo al acoger el encuentro físico de nuevas actividades y gentes (Edward Glaeser El triunfo de las ciudades, 2011).

Lo extraño es que parece ser que nadie lo entiende allá, o no lo quieren,  y que aquí no se dan cuenta del grave problema que implica el crecimiento tan reciente y acelerado de Cali, que, hay que repetirlo, en 1809 apenas tenía 7.546 habitantes,  pero que pasó a 13.000 a principios del siglo XX (Fabio Zambrano: Desarrollo urbano en Colombia, 1994), y que hoy ya va para los 3.000.000, contado su población flotante, pues sistemáticamente se ignora que cerca de la mitad de los “caleños” habita en las partes adyacentes de los siete municipios vecinos con los que conforma un área metropolitana de hecho. Como si negando su realidad, o tildándola de apocalíptica, se obviaran sus problemas, o hablan de un hipotético crecimiento económico que aumentaría el ingreso (mas consumo) y ampliaría la educación haciendo que la gente no se reproduzca tan irresponsablemente (demasiado tarde).

Pero el hecho evidente y es que la población mundial se urbaniza, también hay que repetirlo, y, como señala Eduardo Galeano (http://latinoamericana.org/2005/textos/castellano/Galeano.htm), los campesinos expulsados por la agricultura moderna (como lo es en el Valle la de la caña de azúcar) se van a las ciudades, las que prometen trabajo, prosperidad y porvenir para los hijos; y en Cali variedad de “espectáculos”. Pero hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados, dice Galeano, es que el trabajo falta  y que nada es gratis. Que es justamente lo que les pasaría a muchos mas en Cali si no fuera por el narcotráfico, lo que cambiará radicalmente cuando aquí también se legalicen las drogas después de que lo haga Estados Unidos, por supuesto, dejando a la vista la falacia del “desarrollo” de que nos hablan irresponsablemente