Por Moisés Banguero Pinillo
A raíz de la traición de un presidente de Colombia, al cambiar las políticas por las cuales votaron los electores, se profundizó la crisis que a través de la historia ha venido perdiendo el contenido de la palabra agradecimiento. Y esto nos ha alejado de la justicia social en Colombia, los paros no son gratuitos, es el ánimo de protesta de gentes desprotegidas por el Estado. Todos los días conocemos las cifras de que Colombia es uno de los países de mayor desigualdad, en Colombia, nuestros dirigentes políticos y empresariales, no entienden el deber constitucional de hacer justicia social.
Así como los valores están fraguados, sin peso y sin carne, debido al resquebrajamiento de la familia, eje central del desarrollo de la sociedad; y al debilitamiento de la calidad del segundo eje, llamado los maestros a través de la escuela y los centros de educación. Hoy el verbo agradecer o la palabra gratitud se enmudece en medio del mal llamado mundo progresista, quienes se sienten orgullosos por alejarse o mutar la sociedad conservadurista.
Quiero por un momento, recordar la generación en la que crecimos y aprovechar esta columna, con la benevolencia de los lectores y darle los agradecimientos a un amigo, a un hombre sencillo e inteligente, soñador, de corazón grande con los pobres y los desposeídos, con gran civismo y amor por su Valle del Cauca. Sin duda alguna esa persona es nuestro director.
Recuerdo aquel agosto de 1996, cuando me encontré de cerca por primera vez con él y, sin pensarlo le solicite una cita con la voz temblorosa y cortante, dado la investidura de Congresista que tenía en ese entonces. Sin embargo, de inmediato acordamos la cita en su oficina; cual sorprendido con la atención, la amabilidad de un señor, que me acababa de conocer y, con solo saber mi procedencia, el estado en que me encontraba y las ganas de triunfar me extendió la mano y, me brindó la oportunidad de mi vida; solo a cambio de ser eficiente, trabajador, creativo y honesto.
Igual que mi historia, él ha sido generoso con muchísima gente, siempre su discurso ha estado encaminado a resolver los problemas de los barrios marginados de la ciudad de Cali, ha estado al lado de los deportistas, de los constructores. Cuanta lucha ha dado por devolverle al bolsillo de los estratos bajos, el dinero que con argucia jurídica el Alcalde de entonces le sustrajo a estas comunidades con el cuento de las Megaobras; cuanta batalla ha emprendido para que Cali, tenga un sistema de transporte eficiente y que beneficie a la población necesitada.
Por ser soñador, el sistema perverso de justicia que tenemos hizo un alto en su vida política; con mentiras y calumnias lo sacaron de posiciones del Estado, que hoy muestran las mejores utilidades e ingresos a la Nación y a la Salud. Afortunadamente, la justicia cojea pero llega.
Cada vez, que lo llamo o lo veo, él está sonriente. No importa que la gente que ayudó, le haya dado la espalda. No importa, que los gobernantes no escuchen sus recomendaciones, que la vida a veces ponga a prueba su capacidad de perseverancia, su lucha por una sociedad más equitativa y emprendedora, que la justicia siempre falle a favor de quienes tienen el poder. El sigue y continúa; se golpea y se levanta; inventa y sueña constantemente.
Así, como el verbo agradecer y la palabra gratitud debe abrirse paso entre las personas, para formar sociedades solidarias y corresponsables. También es imperativo, que las personas jurídicas, las intangibles, las naciones, los pueblos, los dioses, los seres infinitos, los que mandan; también compensen a los que abren su corazón a los desposeídos, quienes imponen el interés general.
Gracias a él que no ve fronteras ni líneas rojas entre pobres y ricos; entre negros y blancos; entre PHd y analfabetas; entre distrito de Aguablanca y Ciudad Jardín, ni entre derecha e izquierda en cuanto a los seres humanos se refiere. A ustedes los invito siempre a agradecer al ser supremo y a quienes nos ayudan, dan la mano para disminuir la horrenda desigualdad social que existe y ante todo, agradecer a quienes verdaderamente son incluyentes. Como le fuera de bien a nuestro Presidente y al Alcalde si fueran de verdad incluyentes, no de labios para afuera.
Roguemos por una sociedad más justa, incluyente y para que se genere en nosotros la vocación, de decir GRACIAS.