La figura de Simón Bolívar, el héroe romántico del siglo XIX, le ha servido a Diego Pombo para no solamente exorcizar este personaje de la historia sino para convertirlo en un prototipo de opereta capaz de transitar por diferentes situaciones y estar presente en escenas reales o imaginarias. El mito cae de su pedestal y transita la selva, las fiestas afro, se convierte en sueño, nos entrega nuevas sagas amorosas y desciende a relacionarse con los humanos que nos son más familiares.
Pombo es figurativo, anecdótico y locuaz. Sus composiciones crean un cubo escénico colorido y equilibrado donde los personajes existen y se relacionan con el protagonista, no sin humor, con ironía a veces y siempre con cierto sarcasmo que reanima al héroe lejano y lo retrotrae para que siga diciendo y haciendo no solo en el amplio territorio bolivariano sino e distintos episodios que por ser reales parecen de ficción y por ser ficción se antojan reales.
Bolívar es una figura que traspasa muchos imaginarios sobre todo en Suramérica. Su presencia en estatuas, monedas, estampas, pinturas, emblemas parece ser un ícono vivido sólo comparable a los ídolos religiosos que van acompañando los designios de los individuos y los pueblos creyentes.
Una especial idolatría se ha despertado en las últimas décadas alrededor de su figura y la interpretación de sus textos e intenciones. Los países bolivarianos y en especial su patria de origen han actuado en su nombre, restituyendo su legado y objetos para presentarlos como referentes del socialismo del siglo XXI. Bolívar no solo resplandece en iconografías de variadas interpretaciones sino que su mismo cuerpo fue desenterrado e investigado a fin de encontrar las verdaderas causas de su muerte.
La versión de Pombo es más desacralizadora pero no por ello menos canonizante, ya que al reconstruir su físico idealizado e identificable nos entrega al general participando en los triunfos del amor y en la acción de distintos divertimentos. La serie sobre el libertador se ha ido construyendo en los últimos años y parece que continuará. Seguramente tiene su génesis del cuadro de 1989 “Bolívar en Guerra”, cuando el personaje del loco Guerra fue vestido con atuendos del connotado caraqueño para darle dignidad al uno y desmitificar al otro. Así es Pombo, siempre generando distanciamientos y asociaciones contrapuntísticas.
Diego Pombo