Vida Nueva
Por Héctor De los Ríos L.
La Fiesta de la Inmaculada
Estamos en el tiempo del Adviento, caminando en una peregrinación que nos va haciendo descubrir cómo se prepara ese advenimiento de Dios, cómo se prepara, sobre todo, el corazón para recibir a Dios que viene.
Hay unas figuras bíblicas que sobresalen en este tiempo del Adviento. Está el Profeta Isaías, que nos dice «No teman. Miren a su Dios; El mismo viene a vivir con ustedes y los salvará» (Isaías. 24, 4). La otra figura de las sobresalientes en el Adviento, es la figura de Juan el Bautista, el testigo, el Precursor, el hombre leal, sencillo, honesto: «Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas» San Lucas. 3,4).
Otra figura que sobresale por su actitud, por su disponibilidad, porque es modelo de quien espera de verdad la Salvación de Dios, es la figura de María. Ella es modelo, ella es compañía especial en esta espera, desde que dio su consentimiento a la Encarnación del Hijo de Dios: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí, según tu Palabra» (San Lucas. 1, 38).
Dentro del tiempo del Adviento celebramos también memorias de María, como la fiesta de la Inmaculada Concepción, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Momentos especiales para poder evocar la figura de la primera creyente del Nuevo Testamento.
En este tiempo del Adviento, que es un tiempo de especial favor de Dios, de especial benevolencia de Dios, que nos prepara para recibirlo, queremos descubrir a María como signo de bendición. De esta manera, ella es figura del Adviento. También por su fe, por supuesto, pero queremos descubrirla como signo de bendición, con todo lo que esto significa.
Porque con ocasión de la memoria que hacemos cuando celebramos a la Inmaculada Concepción, fiesta que cae siempre dentro del Tiempo del Adviento, escuchamos una página de la Sagrada Escritura que está tomada del Libro del Génesis, que es impresionante porque impacta. Es el texto que se ha llamado el «proto-evangelio»: Géneis. 3, 15. (Primer evangelio)
¿Por qué nos impacta esta página de la Escritura? Porque en ella, por primera vez en la Biblia se encuentra la palabra de maldición: «Maldita la serpiente, más que todas la bestias salvajes» (Génesis, 3, 14). Es impactante esta palabra: lamaldición de la serpiente, es símbolo de todas aquellas cosas que arruinan al ser humano. Hay muchas cosas que arruinan al ser humano. El Concilio Vaticano II afirma que el pecado «niega al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud». El pecado arruina al ser humano. Debemos afirmarlo porque hace muchísima falta tener entre nosotros, en nuestro mundo, conciencia de pecado. No somos conscientes de esa raíz del mal y por eso nos parece que las graves faltas que cometemos, que arruinan la vida, que hacen tanto mal, son sólo simples equivocaciones que se deben a la fragilidad humana. ¡Es mucho más que eso!
Nos impacta esta página de la Sagrada Escritura, porque pensamos en cuántas veces más la palabra maldición se ha repetido desde ese momento. En cuántas otras veces se han lanzado en el mundo, maldiciones unos contra otros. En cuántas veces hemos llegado a maldecirnos a nosotros mismos e incluso a maldecir a Dios. Nos impacta y es necesario pensar en esto.
¿Por qué y cómo nos vamos a preparar para recibir a Dios, para distinguir, para captar lo que significa que El llegué a la vida, si no somos conscientes de tanta falta que nos hace, si no somos conscientes de tanto que hemos arruinado la vida? Llegaremos a vivir la experiencia del resplandor de la luz, cuando tengamos consciencia de lo fea, horrible, que es la oscuridad.
Por eso, en este tiempo del Adviento, tiempo de bendición, nos atrevemos a hacer esta meditación, a reflexionar en esta palabra, con la que nos encontramos con ocasión de la celebración de una fiesta mariana en el contexto del Adviento.
No importa si este momento de reflexión está coincidiendo con la fiesta mariana de la Inmaculada Concepción. Sí importa que la fiesta de María es siempre dentro del Adviento y por eso nos está sirviendo para continuar nuestra preparación, nuestro itinerario hacia ele encuentro salvador con la Navidad.
A partir de la narración que la Escritura nos presenta, el signo doloroso del pecado, y de la tristeza entró en el mundo (Romanos. 5, 12) y, por decirlo de alguna manera, nos persigue. Por un ejercicio equivocado de la libertad humana, que nos encierra en nosotros mismos y que nos hace romper nuestra relación vital con Dios, entra en el mundo la realidad triste y fea del pecado y, de alguna manera, desde ese entonces, nos persigue.
Tal vez, no siempre iremos a pronunciar esa palabra pero hay tantas cosas en nosotros, hay tantas cosas alrededor nuestro, en la sociedad que no funcionan, que nosotros no queremos. Hay tantas cosas que originan en nosotros un sentimiento de rebelión porque no estamos de acuerdo, porque no nos satisfacen, porque nos entristecen, porque nos arruinan.