Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
La revista norteamericana Time, fundada hace noventa años, con la mayor circulación global de aproximadamente veinticinco millones de lectores semanales reconoce anualmente a quien considera es la persona más influyente en el mundo contemporáneo. Año tras año, su elección ha sido universalmente aceptada, a veces controversial y en ocasiones rechazada. No necesariamente el personaje del año es registrado por sus buenas intenciones en favor de la humanidad, como el caso de Hitler y Stalin, sino que su independencia y criterio editorial los consideró de extrema influencia para ese momento en la historia.
Para este año y a escasos nueve meses de su posesión ha considerado al Papa Francisco como el Personaje del año. Jorge Bergoglio, sacerdote argentino, quien inicio su noviciado en la Compañía de Jesús, ordenado en 1969, nombrado Arzobispo de Buenos Aires y posteriormente Cardenal se fue perfilando como sucesor papal. Su sencillez y humildad, características de su personalidad, fueron determinantes en escoger el nombre pontifical, en honor a Francisco de Asís, entregado a la pobreza, paz y humildad. Se rumora que en la anterior elección de Ratzinger, había obtenido un significativo numero de votos, pero humildemente pidió al conclave no votar por el, favoreciendo el nombramiento de Benedicto XVI.
Su estilo de vida sencillo, prefiriendo vivir en un modesto y cómodo apartamento, en vez del palacio arzobispal, renunciando al exclusivo transporte vehicular optando por el transporte público, preparando su propia comida, hincha del San Lorenzo y disfrutando opera, tango y lectura lo diferencian del estilo de sus antecesores en Argentina. Ahora como Sumo Pontífice, este Jesuita, ha llevado su sencillez al Vaticano. Renuncio al Palacio Apostólico Vaticano residiendo en la austera Casa de Santa Marta, edificio de 129 habitaciones conviviendo con otros sacerdotes, transita en un Ford Focus y ha dejado a un lado la tradicional cruz de oro y los zapatos rojos papales.
Pero su sencillez y humildad también se ven reflejados en su encíclica Lumen Fidei. En ella recorre la fe de la iglesia desde tiempos pretéritos concluyendo en el mandato divino de la Iglesia de transmitir la fe en búsqueda del bien común. Debe recuperarse el carácter radiante de la fe y la razón, que ilumina la existencia del ser humano para distinguir el bien y el mal. Destaca la esencia del núcleo familiar como elemento fundamental de fe y alegría para irradiar fraternidad universal. Desestima el provecho propio en aras de una convivencia espiritual y material de la humanidad, quien con fe acompaña al ser en sus dificultades y da esperanza.
Es consciente que la Iglesia atraviesa por uno de sus momentos más difíciles, envuelta en escándalos de corrupción, abusos sacerdotales y competencia de nuevos cultos que emplean tecnología de punta para sus fastuosas presentaciones. Admite y compara la Iglesia actual con un hospital de guerra que requiere sanar sus heridos para seguir batallando.
Su lucha por la desigualdad, injusticia, inclusión y pobreza son elementos que lo han acompañado en su vida y fructifica en sus intervenciones aprovechando la cobertura global mediática que el genera. Incita a seguir combatiendo, desde el hombre más humilde hasta el más poderoso, en este compromiso universal de combatir la desigualdad.
Su liderazgo carismático, sencillo, humilde y sus expresiones claras, concisas y honestas son las características fundamentales que le merecieron el reconocimiento como persona influyente. Ojala nuestros gobernantes, servidores públicos, candidatos e integrantes de mesas de dialogo tomaran su ejemplo para una mejor convivencia cerrando nuestras brechas de desigualdad e inclusión.
@geulloa