En el camino de EmaúsVida NuevaHéctor De los Ríos L.San Lucas 24,13-35Uno de los relatos de apariciones de Jesús Resucitado más leídos y amados es el de los discípulos de Emaús. Su lectura en este domingo marca un hito importante dentro del itinerario de fe y vida que estamos haciendo en la Pascua de este año.El relato está construido sobre el tema del “camino”, en un itinerario de ida y vuelta, dos veces pasan por el mismo camino. El punto de referencia es la ciudad de Jerusalén, donde todavía está fresco el acontecimiento de la Pasión. La aldea de Emaús marca el punto de giro.Inicialmente los dos discípulos, Cleofás (abreviación de Cleópatro) y su compañero, se alejan de Jerusalén profundamente desilusionados a causa de la crucifixión de Jesús: “Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba once kilómetros de Jerusalén”. Al final, en una narración cargada con breves y precisas pinceladas, se les describe regresando completamente felices como portadores del anuncio pascual en medio de la comunidad reunida en la Ciudad Santa: “Levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén… Contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan”.Entre estos dos momentos se sitúa bellísimo itinerario de conversión pascual. Jesús se une a ellos discretamente y los acompaña en el caminar, sin hacerse reconocer, hasta el momento de la cena en Emaús, en la cual los ojos de ellos descubren al Resucitado: “Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron”.En esencia el relato da los siguientes pasos: Dos discípulos que se alejan de la comunidad y regresan al que quizás sea su lugar de origen, discuten amargadamente sobre los eventos de la Cruz. Jesús, entrando en el camino sin dejarse reconocer, interviene inicialmente para hacerlos repetir la historia una vez más. Luego toma la palabra para abrirles una nueva perspectiva. Les muestra, partiendo de las Escrituras, que el camino de sufrimiento recorrido por el Mesías era querido por Dios. Después de larga caminata escuchándolo, y cuando llegan a su destino, los discípulos lo invitan a pasar la noche en su casa y a compartir su mesa. Allí él se les da a conocer en la “Fracción del Pan”. Al reconocer al Señor resucitado, ellos comprenden que el fin del camino recorrido por Jesús en su ministerio no era la muerte, sino la gloria. Entonces regresan a Jerusalén y anuncian su experiencia: el encuentro con el Resucitado. En el mismo día están de nuevo en el punto de partida: no ya como sobrevivientes desilusionados, sin fuerza ni coraje, sino como mensajeros de la resurrección.Con la entrada de Jesús en ese camino, también nosotros resultamos involucrados en el asunto y podemos conocer de cerca lo que le sucede a los dos peregrinos de Emaús.