Cómo cambia Santos; ¡Un Presidente impredecible!Por Moises Banguera PinilloTuve la oportunidad de leer al escritor y columnista William Ospina, de ideología de izquierda y amigo de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador; opositor acérrimo de los gobiernos del Presidente Uribe, quien escribe lo siguiente “Sin embargo, considero a Zuluaga el menor de los dos males. ¿Por qué? Yo lo resumiría diciendo que el uribismo es responsable de muchas cosas malas que le han pasado a Colombia en los últimos 20 años, pero el santismo es responsable de todas las cosas malas que han pasado en Colombia en los últimos cien años. Y si me dicen que Santos no tiene cien años, yo le respondería que tiene más”.También se pronunció la periodista Maria Elvira Bonilla, de la misma ideología y enemiga del talante estadista de Uribe, mejor Presidente de Colombia de los últimos siglos, quien al final dijo “que no le cree a Santos”. El matoneo para estos dos columnistas fue implacable por parte de los seguidores del señor Santos y fundamentalmente por la gavilla de los columnistas de los medios hablados y escritos, que sin pudor y sin vergüenza han demostrado su parcialidad cínica a la continuidad de un gobierno centralista, traidor, aristocrático, mentiroso, de anuncios y alejado del colombiano del común.Como hace 4 años y frente al miedo de perder el candidato – presidente, sin coherencia y lógica común, sin sonrojarse ha salido a buscar alianzas que como pasa entre el agua y el aceite no cuajan, solo hacen ruido. Puede confiar uno de un gobernante, que como el jugador de póker su único objetivo es ganar?, no importa descuartizar su ideología, su plan de gobierno o su norte. No hay nada más perverso en una democracia que un gobernante impredecible, que se arropa bajo la inteligencia de Uribe para hacerse elegir, luego se pasa al centro para gobernar y como un imbécil (palabras del presidente) se traslapa a la izquierda para hacerse reelegir.En su imaginario, estoy seguro que ya tiene el discurso de posesión escrito cambiando su posición frente a la farc, dándole golpe de gracias a la izquierda, poniéndole condiciones a las negociaciones, rompiendo el proceso por impopular e imposibilidad de cumplir los compromisos adquiridos por la reelección. Sacando de taquito a Petro de la contienda del 2018, resbalándose de los farianos y encausando a la bebe de Gaviria en pago del favor del padre. Afortunadamente el pueblo siempre vota en sentido opuesto de los llamados intelectuales de este país.La izquierda con cascaron de oligarcas, tiene ansias de poder y de correlacionar a Colombia con la moda de los países vecinos (Socialismo del Siglo XXI), en ese sentido ven en las negociaciones de paz y en la debilidad del presidente – candidato la oportunidad para treparse a la presidencia en el año 2018 y de esta manera configurar el Castro – Chavismo que tanto se ha hablado. Por eso el afán de algún sector de esa misma izquierda de confabularse con los enemigos de derecha gratuitos que se ha ganado el Presidente Uribe para llevarlo preso y sacarlo del rol político, ante la imposibilidad de vencerlo en las urnas.Es tal la desesperación del candidato – presidente que sin pudor ha formado una coalición sin intercepción (Vargas Lleras, Petro, Gaviria, Samper, Cepeda, Piedad, Serpa, los cacaos, los medios, farc), en otras palabras clientelismo, violencia, narcotráfico, neoliberalismo, populismo, socialismo, comunismo y algo más. Este es un irrespeto al electorado, ni un mago podrá formar de esta mezcla incoherente una doctrina predecible de gobierno. Se pregunta uno, cuál es el norte que le ofrece el señor Santos al pueblo común de Colombia. Lo único que produce este adefesio es asco y repugnancia, que si pudiera devolver el tiempo vomitaría el voto que deposité por el actual Presidente en el 2010.Algunos columnistas u opinadores de este país, han vendido la idea que Santos es un estadista, falso!, un estadista sobrepone el bien común por encima de los partidos, por encima de su intereses propios. Santos se arropa con el manto del sofisma de la paz, descuartiza el estado, fragmenta el marco conceptual de la línea de gobierno y rompe con la tradición, con el objetivo único de pasar a la historia, ganarse un premio nobel, sin importar que nos deje a punto de una guerra civil de verdad, de una ruptura de la democracia y sobre todo a una ilegitimidad perpetua de la credibilidad entre el elegido y el elector.No quiero pensar el sufrimiento de grandes personajes como Platón, Aristóteles, Simón Bolívar, Rafael Núñez, López Pumarejo, Álvaro Gómez, Gaitán, Margaret, Lincol, Kennedy entre otros al enterarse de lo que estamos viviendo en Colombia. Cada uno de ellos me comenta que lo siente por mi patria, pero cuando estas cosas le suceden a un candidato que necesita la voluntad popular para representar un factor de poder de un estado y en su afán de ganar, sus acciones sugieren una desaparición de la democracia representativa de toda la nación. Los votantes escogen las opciones contrarias donde las alianzas representen la sindéresis popular o se abstienen de participar.La movida electoral de Santos en su juego de póker al echar su resto uniéndose con la extrema izquierda, grupos retardatarios y los enemigos de su anterior campaña es un juego peligroso. Así como cínicamente su cambio de discurso lo posiciona como un desagradecido, sin condición humana y capaz de hacer cualquier cosa para quedar bien. Es altamente posible que con su afán de pasar a la historia la clase media pague los platos ratos, el modelo económico tambalee y nuestra Nación entre a la moda de los vecinos si es reelegido. Uncategorized