Los pueblos y su soberaníaPor Moíses Banguera PinilloLos anteriores artículos han estado enfocados a inculpar al Gobierno Nacional del atraso y abandono de la Región Pacífica, por la descompensación de las inversiones realizadas y el abandono a la atención de estos pueblos en satisfacer sus derechos fundamentales escritos en la Constitución Nacional.La estructura del Estado Colombiano en lo político se asemeja a un ente descentralizado en sus funciones, pero centralizado en la toma de decisiones de las grandes políticas públicas y en la financiación de las mismas.Sin embargo, esto no absuelve a las autoridades regionales y locales de la culpabilidad por acción u omisión del desastre administrativo, económico y cultural en que están sometidos los pueblos de esta región sobre todo los que bordean el Pacifico de los Departamentos del Cauca, Nariño, Valle y Chocó.Encontrar un Alcalde que haya hecho buena administración es como tratar de pasar un camión por el ojo de una aguja. La constante es incapacidad administrativa, corrupción, politiquería y particularmente el interés particular o del régimen que los llevo a ganar las elecciones.A propósito de lo anterior, la raíz de los malos gobiernos comienza en la forma como estos se eligen, la cultura política de los electores y las mangualas partidistas que se arman para sacar una candidatura adelante. El primer efecto de estos enjambres es que espanta a los buenos candidatos que se han preparados para gobernar, que detestan el clientelismo y que están dispuestos a apartarse del régimen. El segundo efecto es que la posibilidad de triunfo queda en manos de quien convierte la campaña política en negocio de sostenimiento de los votantes durante 2 años previos, luego les compra el voto el día de las elecciones y finalmente la comunidad se traga el cuento “mejor un malo conocido”.Se avecinan las elecciones locales, en un país civilizado con mentalidad ganadora, sin paradigmas y dispuesto al cambio, sería la oportunidad irreverente para sacudirse de los regímenes culpables de los altos índices de pobrezas, inequidad, desigualdad, desempleo y falta de oportunidades, es la oportunidad para hacer un revolcón y sepultar a los malos dirigentes, es el momento para pensar en la esperanza de nuestros hijos. Deben aparecer guardando las proporciones candidatos regionales estilo Castro, Antanas y Peñalosa en Bogotá; muchos de Antioquia y otros de la región cafetera y que la población votante se rebeldise y vote por candidatos diferentes.El poder del pueblo en las democracias representativas es un poder real que tiene efecto en los resultados y por supuesto en la orientación de los gobiernos. Poder que se confunde cuando la nación no tiene mayoría de edad, es mezquina o confunde el interés colectivo con el interés individual. Cuando esto sucede deben aparecer los liderazgos para corregir la imperfección de la democracia, la cual se construye con leyes, normas, campañas educativas, cambios de paradigmas o con hechos materiales que permitan poner andar el tren por una carrilera imposible de parar. El ejemplo de esos cambios fue la llegada de Antanas, Peñalosa y Fajardo en los poderes Regionales y Uribe en el poder Nacional.Eso significa que si podemos, que los pueblos se cansan y las sociedades despiertan, que las familias reaccionan, que los dirigentes quieren ser Simón Bolívar, que sienten y defienden la Patria como Ricaurte en San Mateo.Las elecciones Regionales se avecinan, según los reportes parciales de candidatos y el pensamiento de los electores los pueblos de la Costa Pacifica seguirán hundiéndose en su propio mar, no habrá cambios, el progreso seguirá estancado en lo profundo del océano. Porque los votantes venderán su voto al mejor postor y, los mandatarios electos enfilaran baterías para sacar del presupuesto del pueblo la fortuna que los hará vivir felices hasta que la ley de la compensación les devuelva la desgracia.