Por: Redacción cultura

Uno de los peores daños colaterales de la cancelación del festival de Cine de Cali es el problema financiero en el que deja al Festival de cine y video comunitario. Este evento, organizado por la organización Mejoda, lleva a los barrios del Distrito de Aguablanca el entusiasmo y las piezas culturales que el resto de la ciudad disfrutaba a causa del festival oficial. El daño permanente que origina la falta de apoyo de la Secretaría de Cultura al festival de cine es de una dimensión preocupante. El Festival de cine y video comunitario se encarga, en medio de enormes dificultades, de apoyar el proceso de formación cultural de los jóvenes del distrito. En una comunidad con problemas de violencia y desempleo tan profundos, en los que la falta de apoyo estatal ha jugado un papel primordial, es un despropósito vergonzoso una decisión administrativa como ésta. Imagine a un joven de Mariano Ramos, con problemas familiares que pueden ir desde el abandono paterno, el abuso sexual infantil o pobreza extrema hasta la orfandad, imagine que un joven de estos, en el punto exacto donde tenía que decidir hacer parte de un movimiento cultural o una banda de delincuentes, llega al colegio donde tenía programada la reunión con su grupo de trabajo, uno formado por la gente del festival, y le dicen que la cita ha sido cancelada. Que el taller sobre medios audiovisuales, el único al que podía acceder porque era gratis, ha sido cancelado por falta de fondos. Imagínelo quedarse unos segundos ahí, sin saber qué hacer o para dónde pegar. La mano en el mentón, la otra rascándose la sien. Imagínelo tomar rumbo hacia la cancha de fútbol, donde no se puede jugar por el estado lamentable del campo, y sentarse junto a los muchachos que están fumando en las graderías. Imagínelo tratar de imaginarse el día de mañana, pensar detenidamente qué va a hacer más tarde cuando deba ir a su casa, en la que no hay artilugios electrónicos con los que se pueda distraer, ni libros, ni un PC con internet ni nada de eso. ¿Qué hace ese muchacho? La respuesta es fácil. Se adapta, empieza a comportarse como todas pintas que lo rodean, gente sin ningún oficio, que se sientan todos los días, en el mismo lugar, a hacer nada. Terminará este pelado inmiscuido en el ciclo de violencia, desempleo y muerte en el que han caído sus vecinos y amigos. La importancia de un festival de estos, en un sector tan deprimido como el Distrito de Aguablanca ,se explica, además que por lo anteriormente dicho, por todo lo que los organizadores tuvieron que pasar para poder montarlo y ponerlo a funcionar. Para poder entender la dimensión del hueco que deja en el tejido social de la ciudad la decisión de la Secretaría de Cultural repasemos la historia del festival:

La Asociación Colectivo de Medios Alternativos de Jóvenes del Distrito de Aguablanca surge en el año 2005. Al encontrarse una variedad de grupos juveniles de producción en comunicación en un escenario común, uno donde se platean conformar un Colectivo que agrupara esas experiencias y tuviera una mayor incidencia social. Lo que reunió a estos grupos fue la generación de procesos de comunicación comunitaria y alternativa, que visibilizaran ante la sociedad las dinámicas juveniles, promoviendo la participación de los jóvenes en escenarios de participación política. Los jóvenes han sido históricamente estigmatizados como actores negativos, que sólo se mueven en escenarios de violencia, droga y consumo, lo que los ha excluido de hacer parte de procesos de participación política y democrática, imposibilitando mejorar sus condiciones de vida. Dadas estas condiciones muchos jóvenes se muestran apáticos a participar políticamente, desgano que se incrementa al hablar de jóvenes del Distrito de Aguablanca por fuera de éste, los cuales sufren una marginación más fuerte que el resto de jóvenes de la ciudad, especialmente por su condición étnica –porque son negros- y por territorio –porque viven en el Distrito de Aguablanca-. Esta motivación lleva a conformar un Colectivo de producción de medios comunitarios y alternativos de jóvenes del Distrito de Aguablanca, y a profundizar en la realización audiovisual. Se hizo un diagnóstico y se encontró que los productos audiovisuales comunitarios eran rechazados en los medios masivos por cuestiones técnicas, lo que nos llevó a tener una preocupación por trabajar, en primera instancia, el audiovisual.

Para esa fecha se realizó el primer documental “Con los Ojos del Distrito” -Cortometraje Documental de 30 min sobre la historia de los barrios que componen el Distrito de Aguablanca contado por los líderes de la comuna-. En el 2006 se inició un proceso con la Asociación de Jóvenes Mediadores Asojóvenes.Med, en la cual se intervino en diversos barrios de invasión del Distrito con talleres de producción. Con estos jóvenes se realizó una serie de productos audiovisuales en los cuales se trabaja el tema de la mediación social frente a la solución de conflictos violentos. En esta serie de Mediación Social coproducimos 5 cortos: “Buscando Salidas”, “Todos nos equivocamos”, “Ni Amigos Ni Enemigos”, “La Calle”, y “Desahogo”. Los primeros cuatro cortos de ficción y la última es una Crónica Documental. Finalmente, viendo el empuje y entusiasmo de la organización y los pelados, la Secretaría de Cultura se decidió a apoyar el Festival de Cine y Video comunitario, del cual se alcanzaron a organizar dos ediciones, que dejaron una profunda huella en los jóvenes del Distrito, mostrándole otras miradas del mundo, otros lenguajes, otras estéticas, sumando conocimiento en sus cerebros, como motor de un cambio personal, que comience con una mejor comprensión del universo que los rodea. Todos estos beneficios, todos estas mentes subexplotadas en pleno proceso de tratamiento quedaron parados, a la espera de la decisión final de la Secretaría de Cultura sobre la muerte del festival oficial. No nos quejemos cuando escuchemos una moto que aparece de la nada piloteada por un hombre armado, que seguramente no tuvo otra forma de entender la vida. No lo hagamos, no cuando pudimos evitar que cayera en este círculo vicioso, no cuando pudimos hacer algo y no lo hicimos.