Por: Milton Mora Lema

Ciudadanos, Gobierno de Cali, del Valle del Cauca y de Colombia:

Estamos participando en la solución de múltiples problemas que, más que coyunturales, son estructurales: la inseguridad, el despilfarro del gobierno local, los contratos sin cumplir la ley 80 mediante convenios, la deshonestidad y corrupción, el desempleo, la salud, etc. Son parte del escenario que vivimos los ciudadanos en Cali.

Con las Megaobras estamos observando que son parte del escenario anterior. Hace tres años hemos venido participando y denunciando las irregularidades por parte del gobierno municipal, buscando hacer valer nuestros derechos de vida, nuestros derechos ciudadanos, la dignidad y el respeto que merecemos, que nos han desconocido y nos han atropellado.

Estamos participando como ciudadanos de Cali, en representación de nuestras familias y en defensa de nuestros patrimonios, para decirles a los honorables concejales y al señor alcalde de la ciudad que las decisiones tomadas por ellos al aprobar las obras y al expedir los acuerdos y resoluciones de asignación, distribución y cobro son ilegales, inequitativas e inconvenientes.

Los cobros son inequitativos, pues no consideraron la capacidad de pago de cada uno de nosotros, ni la zona de influencia de las obras y su impacto directo para cobrarlas por valorización, ni tampoco la situación económica que estamos atravesando los hogares de Cali.

La inconveniencia por la situación económica de la ciudad, por la capacidad de gestión de la administración municipal actual, es que aún no sabemos cuándo se van a terminar las obras del MIO y cuánto irán a costar, para luego nosotros tener que pagarlas.

El año pasado, el señor alcalde le expresó al concejo municipal que nosotros le debemos $425 mil millones por impuesto predial y lo justificó diciendo que los caleños no tenemos la plata para pagarlos debido a la situación económica que vive la ciudad. Aún no están realizados los estudios de factibilidad de las 46 obras que conforman las 21 Megaobras y, por tanto, no conocemos el monto total del costo de ellas. Esto nos lleva, más allá de los conceptos jurídicos que ahora se reafirmarán por eminentes abogados de Cali, a expresar:

Que la política y las estrategias que han inspirado las Megaobras son desequilibrantes e inequitativas con la ciudad y con el mejoramiento de los niveles de bienestar de nosotros, los caleños. Por lo tanto, queremos expresarle a Cali, a su gobierno, al Valle del Cauca y al gobierno nacional, que no pueden seguir tomando decisiones e implementando proyectos de desarrollo cuestionados, a espaldas de la realidad que vivimos nosotros los ciudadanos caleños.

El momento actual de la crisis económica está enmarcado en las consecuencias de la apertura y globalización que se inició en los años 80 y que hizo crisis en año pasado. Es el momento de apoyar a los más necesitados, a la ciudadanía frente a la inseguridad en cada calle, de innovar en la generación de nuevo empleo productivo. No más nuevos impuestos a los ciudadanos, los gobiernos deben dar incentivos a la demanda para mejorar el consumo a los productos, deben disminuir las cargas impositivas actuales a los ciudadanos.

Necesitamos una democracia real ya, necesitamos ser oídos y tenidos en cuenta en las decisiones trascendentales de la ciudad, que nos atañen y nos comprometen. Necesitamos una participación real en el control de las decisiones e implementación de las mismas. Necesitamos que los malos gobiernos sean inmediatamente removidos, aquellos que no están a la altura de sus votos y los compromisos contraídos. Necesitamos un cambio real en las reglas del juego de la democracia. No más democracia representativa. Aquí y ahora democracia participativa directa de las comunidades y de sus ciudadanos.

Queremos impuestos más justos, derecho al empleo, derecho a la vivienda digna, mayor control a las contrataciones públicas y a la participación del sector privado, mayor control a las entidades de salud, a las entidades bancarias, mayor control a los desempeños de los funcionarios públicos. Estamos buscando líderes innovadores, honestos, gestiones públicas y privadas innovadoras y efectivas, procesos transparentes para producir resultados económicos y sociales que mejoren nuestra calidad de vida.

Cali y las Megaobras

Por tanto, hoy les queremos reafirmar a nuestros líderes políticos y gremios: no a los cobros por valorización, les venimos a pedir compromiso con su sociedad y desempeño de roles a su altura en sus empresas y en los gobiernos.

“las Megaobras sí las necesitamos, que esto nos quede claro a todos los ciudadanos, así mismo, que quede claro que deben ser asumidas por todos los sectores económicos, sociales y los gobiernos principalmente”.

Sí, Cali necesita las Megaobras, pero por qué tenemos que ser los ciudadanos, los que vivimos de un sueldo o de una jubilación o de una venta callejera, los que paguemos el 60%. Aún más, si nuestros sueldos suben entre un 3% y un 4% anual, no es justo que la administración municipal negocie, a cargo de nosotros, créditos con costos del DTF más seis para pagarlos en 4, 5 o 6 años. Esto sería equivalente al 11 o 12 % anual. Y si no cumplimos intereses de mora, esto es crear una situación de empobrecimiento y de alto riesgo para los que no paguen oportunamente. Nos veríamos abocados a embargos de nuestras casas y pérdida de nuestros inmuebles.

En justicia, la financiación de las obras deberían de hacerla los que sí se van a beneficiar de ellas en forma directa y en el largo plazo: los sectores empresariales de Cali, del valle del Cauca, de Colombia y los gobiernos municipal, departamental y nacional. Son ellos los llamados a estar presentes en esta ocasión, para liderar el proceso de modernización urbana de la tercera ciudad de Colombia. Ellos ya comenzaron apoyando las Megaobras, ahora que innoven en las formas que las van a financiar, con sus proyecciones de largo plazo y con el aparato redistributivo del estado focalizado en esas proyecciones. El financiamiento de las obras no se puede fundamentar principalmente en los aumentos de los sueldos o de las pensiones.

Hace cerca de 30 años la clase empresarial de Cali apoyó un Megaproyecto, la Clínica de Valle de Lilí. Se comprometieron ante el gobierno nacional a financiarla, si el gobierno apoyaba el proyecto y lo exoneraba de los impuestos de importación y de otros gastos o costos, así como la exención tributaria. Hoy en día tenemos la mejor clínica del sur occidente colombiano, prestando servicio a todos los grupos y comunidades de Cali. Éste es un ejemplo de que sí es posible apoyar los grandes desarrollos: se requiere voluntad, identidad y compromiso.

Ahora toca a los empresarios vallecaucanos apoyar y comprometerse con el financiamiento de estas obras, apoyados en sus proyecciones financieras y utilidades de largo plazo. El gobierno departamental está desarrollando un plan de inversiones de obras para la región, comprometiéndonos a los vallecaucanos a pagarlas en un largo plazo. La pregunta es, ¿por qué no se incluyeron en estas vigencias futuras las 21 Megaobras o, en su defecto, algunas de ellas? Cali es la capital del Valle del Cauca y es su principal contribuyente en impuestos de rodamiento y otros tributos al erario del gobierno departamental.

En Colombia tenemos decisiones del gobierno nacional apoyando obras, como el metro de Medellín y de Bogotá, estableciendo que las debemos pagar todos los colombianos y eso mismo debe de ser con Cali y sus proyectos de desarrollo. Lo curioso es que Cali no recibe un tratamiento similar a las otras dos grandes ciudades de Colombia. Esta estrategia nacional con Cali, no es justa, es desequilibrante. Lo que se está gestando es una bomba de tiempo, la paciencia de los caleños con las Megaobras llegó a su límite, llenó la taza. Los caleños no soportamos más tratamientos de este tipo y no estamos en capacidad de asumirlos.

Estamos viviendo una crisis de gobernabilidad de la ciudad

Así como han cambiado los paradigmas para gobernar las empresas y los mercados, la crisis que estamos manifestando en el día de hoy es la evidencia de que los modelos de gobierno de las ciudades, apoyados en la democracia representativa, son obsoletos. No es posible que se sigan tomando decisiones que no interpreten las necesidades de sus comunidades, de sus estados de desarrollo, de sus condiciones económicas y sus necesidades vitales y no consideren las capacidades económicas que tenemos los ciudadanos.

El modelo de la democracia representativa está poniendo en crisis la efectividad y las formas en que se toman decisiones, los estilos de manejo, los sistemas de control de gestión y control financiero y por tanto su efectividad política, económica y social.

Hoy estamos demostrando con nuestra participación en el problema de las Megaobras, que nosotros los ciudadanos de Cali queremos tener participación e injerencia directa en el manejo de nuestra ciudad, necesitamos un nuevo paradigma para gobernarla. Estamos a tiempo de frenar una situación que puede terminar muy mal para la administración municipal. Queremos que las cosas sean justas, no permitamos que reine el desorden, el caos, los sobrecostos, el descontrol y la corrupción.

Un modelo de democracia participativa directa, inspirado y fundamentado en los líderes de sus barrios y comunas, participando en los mecanismos y procesos de decisión, para someterlos a aprobación de un concejo conformado por representantes directos, pertenecientes a sus comunidades. Líderes que conozcan su comunidad, sus necesidades, sus expectativas, sus estados y grados de desarrollo y que guarden compromiso con ella. Por tanto, jueguen roles y tomen decisiones consecuentes con su comunidad. Tenemos que construir redes sociales en cada sector de la ciudad, el norte, el oriente, el sur, el occidente y el centro de la ciudad. Cada uno de estos sectores tiene sus propias necesidades, sus prioridades, sus estados de desarrollo y sus posibilidades de aportar económicamente a la solución de sus propias necesidades. De esta manera tendremos un plan de desarrollo de sus comunidades para ser parte del plan de desarrollo de largo plazo de la ciudad. 

Para tener una democracia participativa real, necesitamos una reforma en la ley electoral, que nos permita a cada uno de los sectores de la ciudad tener una participación directa en el concejo de la ciudad, que nuestra voluntad política comunitaria por sectores sea tenida en cuenta y no nos discriminen por colores o partidos. Este derecho natural debemos salir a exigirlo para tener las bases para la elección de una representación democrática real que nos represente en el concejo municipal.

Estas pueden ser las bases del nuevo paradigma de gobierno de Cali

Hoy estamos reafirmando un proceso que, si sabemos orientar, debe conducir a cambiar el modelo de democracia representativa al modelo de democracia participativa. Hagamos el propósito de llevar a cabo este cambio, meditemos acerca de los beneficios, del rol dinámico que debemos de jugar en cada uno de nuestros barrios, de nuestras calles o cuadras; participemos en sus procesos y mecanismos de decisión, orientados por nuestra misión: lograr el bienestar y mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos, de nuestros hogares y la modernización de Cali El impacto que lograremos permitirá tener una ciudad en paz, creciendo en armonía y en forma equilibrada.

Así entendemos lo que es el amor por Cali. Así creemos que estaremos construyendo el cielo donde la gozaremos en esta vida.