Por Alex Sterling
El 4 de diciembre de 1992 la ciudad de Santiago de Cali presenció una de sus más estrambóticas anécdotas musicales. El músico Chucho Merchán había anunciado, con pocas horas de antelación, la presentación de David Gilmour, el fundador del sonido de Pink Floyd, en el estadio Pascual Guerrero. El promotor había viajado anteriormente a Europa y, sin más, se fue directo a la casa de la Familia Gilmour, donde David vivía con sus papás y donde, se decía, reposaba sus violentos ataques psicóticos. El tipo le ofreció un concierto monumental en Colombia, donde él sería el invitado de honor, le explicó que entraba en un tour de conciertos que, con el ánimo de despertar conciencia ecológica, habían denominado “Ecomundo”. David Gilmour no tuvo reparos, pero aclaró “Preferiría que fuera en Cali, ya saben, sería un evento más ecológico, más selvático” Y como se trataba del tour “Ecomundo” nadie pudo decirle que no. Rechazada Bogotá David salió de casa de sus padres rumbo a la aventura suramericana.
Dadas razones inexplicables, el concierto no tuvo ningún tipo de promoción. Cuando el músico británico salió a escena unas 3000 personas lo esperaban. La mayoría de ellos pasaban por el estadio horas antes y, escépticos, entraron a ver a “David Gilmour” seguramente una parodia de algún comediante paisa. Mientras tanto, David Gilmour, el de verdad, el genio psicótico, se presentaba en el estadio Pascual Guerrero y nadie sabía nada. Tras bambalinas esperaba Roger Daltrey, vocalista de The Who, tal vez un poco decepcionado por la multitud con microcefalia. Nadie recuerda si se presentó o no. El asunto es, en resumen, que Gilmour, guitarra en mano, interpretaba varias canciones de Pink Floyd en la tribuna norte, bajo la mirada estrábica del reloj digital. Finalmente, el episodio más absurdo de la historia de los conciertos caleños ocurría impunemente, para envidia de Bogotá, Santiago de Chile y Buenos Aires, destinos naturales de los grandes monstruos de la música en sus tours por Sudamérica, que nunca vieron al inglés en algunos de sus estadios.
Hubo, sin embargo, un inconveniente típico vallecaucano. Al día siguiente el América de Cali tenía programado un partido de copa libertadores. Los hermanos Rodríguez, presuntos dueños del equipo (:9), no vieron con gracia que un gringo borracho les dañara el césped con un concierto al que habían asistido 3 gatos. Como de costumbre, mandaron algunos de sus matones para advertirles a estos mechudos mariguaneros para qué eran los estadios. Bueno, el concierto ya estaba en marcha… sólo se dieron declaraciones sobre toda esta locura unos meses después, cuando Chucho Merchán mencionó el episodio en una entrevista:
"Que me hubiera ido tan mal, me hubieran tratado tan mal y yo terminé pagando todos los hoteles de las 22 personas. En Cali nos amenazó la mafia, porque les íbamos a dañar la grama, ya que al día siguiente había un partido del América de Cali (…) eso hubo metrallas y golpes, fue horrible"
Bueno, sin más, era verdad, David Gilmour, en vivo, desde el Pascual Guerrero: