Cuarto domingo de PascuaPor Héctor De los Ríos L.Vida NuevaJesús, Buen Pastor que da la vidaLecturas: Hechos 4, 8-12: «Por su nombre se presenta éste sano ante ustedes» Salmo 118(117): «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular» 1Juan 3,1-2: «Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios» San Juan 10,11-18: «Yo soy el Buen Pastor»Hoy celebramos la domínica del Buen Pastor, que nos recuerda que Jesús vino para congregar a todos los hijos de Dios dispersos por el pecado y reunirlos en un solo rebano. Participemos bien atentos en esta Eucaristía.Pedro explica, ante el Sanedrín judío, el sentido del milagro que ha hecho al restituir la movilidad a un paralitico. La ocasión fue la curación de un hombre tullido, de la cual piden razón las autoridades. Esta obra se ha realizado en el nombre del Señor Jesús, por quien obtenemos la vida y la salvación. Jesús aparece como el único que puede salvar: fue crucificado y Dios lo resucitó; fue desechado y ha venido a ser la piedra angular. Él es el inevitable. «Bajo el cielo ningún otro puede salvar»: Es esta la expresión, firme, reverente y jubilosa de la fe de la primitiva comunidad cristiana.El mensaje de San Juan nos recuerda que todo hombre es nuestro hermano, porque en todo hombre hay un «hijo de Dios». Descubrir esta realidad sólo es posible desde los ojos de la fe. Sólo podremos darnos cuenta de lo que somos cuando aparezca la verdad plena. Entre tanto nos basta saberlo, para respetar, amar y servir al hermano, como si fuera el propio Cristo.Jesús en el evangelio se presenta como el Buen Pastor y se contrapone a otros que se las dan de pastores y que en realidad no lo son. Un rasgo define profundamente a Jesús: es dar su vida. Jesucristo es el único que puede dar vida, porque Él se entregó por nosotros. Y la vida que nos da, no es una vida cualquiera; es la vida que está en el seno del Padre; la que nos hace hijos de Dios y que aún no llega a su manifestación total. También nosotros tenemos que pasar por la muerte, para obtener la vida.Pero frente a Jesús están los mercenarios. Mercenario es aquél a quien en realidad no le importa el rebaño, es decir las personas puestas a su cuidado, sino que busca su provecho personal. ¡Cuántos dirigentes que se enriquecen a costa de los demás! ¡Cuántos hacen promesas que no pueden cumplir! Una vez obtenido el triunfo electoral, se olvidan del pueblo que los eligió.El verdadero pastor es el que está con el pueblo. El que le ofrece verdadera comida. El que le entrega su vida, día a día, año tras año, con generosidad, con prontitud, con entusiasmo.Pidamos para que nuestros pastores sean todos a ejemplo de Cristo: sacrificados, abnegados, disponibles, siempre al servicio del pueblo de Dios, como lo son tantos párrocos de nuestros barrios marginadosAlgunas preguntas para pensar durante la semana1. ¿Nuestra fe en Cristo coincide con la de la Primitiva Comunidad Cristiana?2. ¿Cuántos profesionales distintos del sacerdote están hombro a hombro con sus fieles y esto no por horas, sino las veinticuatro horas del día? Uncategorized