El Jodario

Por Gustavo Alvarez Gardeazabal

Hace 60 años, cuando el país se desangraba en la estúpida guerra civil no declarada entre liberales y conservadores, Tuluá, mi pueblo, ahogado en su angustia, leyó una valiente carta que 10 ciudadanos liberales le enviaron al periódico El Tiempo denunciando el régimen de terror a que estaban sometidos por el ejército privado conservador de “los pájaros” que comandaba El Cóndor.

Con una valentía sin igual, que algunos tulueños hemos heredado a mucho honor, los 10 liberales señalaron con nombre propio quienes cometían las tropelías y por hacerlo fueron cayendo uno a uno, en el mismo orden en que la habían firmado, desde el día siguiente a su publicación.

El 10 de mayo de 1957,cuando cayó Rojas Pinilla, el último de quienes firmaron esa carta  suicida, Ignacio Cruz Roldán, bacteriólogo de profesión, y quien celebraba con millones de colombianos la caída del régimen del terror, recibió una tanda de balazos que le volaron la quijada pero no pusieron fin a su vida.

Este fin de semana, el doctor Nacho, como cariñosamente le llamaron en mi terruño, sucumbió entre las sombras del olvido. Ocupó, por su carácter de mártir y su irreversible fe en Julio Cesar Turbay, todos los cargos de elección popular que la democracia permite.

Como tal fue hace 25 años el último senador que ha tenido Tuluá pero como resultó tan inolvidable y generoso su periplo, no perdió  jamás su título y lo ejerció a plenitud.

Aguardientero feroz (se tomaba media de media en la mañana y otra en la tarde), liberal irredento no solo le perdonó y fue a abrazar el día que salió de la cárcel  a quien pretendió asesinarlo sino que con sus gestos dio ejemplo de como en Colombia si se puede olvidar para encontrar la paz.

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*Foto diario El Tiempo