El Jodario
Por Gustavo Alvarez Gardeazabal
Con la venta de Pacific Rubiales se pone punto final a uno de los mitos más vertiginosos de la siempre sorprendente historia colombiana de los últimos tiempos.
Pacific no era propiedad en más de un mínimo porcentaje de quienes siempre creíamos en Colombia que lo eran, sus directivos Arata, Serafino, Pantin y De la Campa. Ellos eran solamente los dueños de muchas de las empresas que hacían la tercerización de las labores de la petrolera.
Pero como nunca lo dijeron y se les veía el flujo de caja, se movieron en Colombia con astucia, con indudable capacidad de trabajo y con un habilidoso manejo mediático, que los catapultó pese a su sencillez y a su evidente ambición por ocupar puestos de importancia en la dirección económica de este país.
Como para la rancia plutocracia que rige la economía y el Gobierno de Colombia, los cuatro venezolanos nunca dejaron de ser unos advenedizos, les dieron el tratamiento de pájaros nuevos en la jaula cuando en verdad eran más bien cuatro reyes magos que dieron alimentación a los chismes chocolateros que se cuecen en la nata santafereña.
La historia, sin embargo, no puede ser ingrata con quienes le dieron un vuelco a la explotación petrolera colombiana, al tiempo que despertaron acicates para la modernización de muchos de los procedimientos en los negocios que habitualmente se han realizado en esta nación.
A veces exageraron, como cuando coparon la pauta de medios de comunicación, pero nadie podrá negar que ayudaron muchísimo a que Colombia no siguiera siendo igual.
@eljodario