Por Luz B. Jiménez/Pablo Borrero

Uno de los factores que han incidido en la caída del empleo tiene que ver con el proceso de desindustrialización que vive el país desde 1975 hasta nuestros días, en que se ha producido un decrecimiento de lo que los economistas denominan valor agregado industrial.

Dicho fenómeno ha se ha incrementado en la medida en que el viejo sector industrial no hizo la reconversión industrial requerida y continúa beneficiándose de las políticas proteccionistas de ayudas y subsidios, que como la de la industria de la cañicultura le han generado inmensas ganancias a sus empresarios a costa de mantener elevados precios del azúcar por encima de los precios internacionales, en tanto se consolida la economía capitalista globalizada al paso de las políticas neo-liberales que terminaron imponiéndose bajo la consigna de mas mercado y menos Estado.

Entre tanto no se invirtieron los recursos de capital indispensables para la implementación de nuevas tecnologías ni tampoco se logró ampliar los mercados para la realización de los productos, bienes y servicios producidos y lo que es peor se incrementaron sustancialmente las importaciones de bienes industriales y agrícolas, que han deprimido la economía y generado una baja demanda y déficit que se financia con inversión extranjera, que a su vez conlleva a una mayor dependencia de nuestra economía de otras del mundo desarrollado capitalista y emergente que controlan el intercambio comercial no equivalente tal como sucede con México, Estados Unidos, China, etc., y con los cuales se han suscritos tratados de libre comercio que afectan la producción industrial y agropecuaria nacional, que hoy muestran un decrecimiento notable, en tanto se pierde el empleo con el cierre de empresas locales y multinacionales que salen del país, generando una gran incertidumbre en la población y en el sector de la clase obrera.

El gobierno del presidente Santos con su reciente política de reactivación económica aspira a recuperar la capacidad productiva de la economía y aumentar el empleo en todo el país estimulando la industria de la construcción de vivienda gratis y de infraestructura vial conocida como 4G, que si bien es cierto generarán mano de obra asalariada, la misma no será suficiente para cubrir la demanda laboral que crece anualmente y que a falta de una verdadera y real política integral de carácter industrial no hará posible superar las cifras del desempleo, más allá de disminuir porcentualmente los índices ya conocidos que en esta materia se mantienen en el país.

En su segunda versión del Plan de Impulso a la Prosperidad y al Empleo PIPE 2.0 por valor de 18.8 billones de pesos, el gobierno concede nuevas ayudas y subsidios a diversos sectores de la economía con la aclaración de que en materia de construcción de obras de infraestructura que se realizarán en los próximos años se crearán 85 mil nuevos empleos directos y 250 mil indirectos de un total de 323 mil repartidos en los diversos sectores económicos. ¡Amanecerá y veremos!

La pregunta que se hacen los colombianos es la de que: cuántas empresas más deberán cerrarse y cuántos empleos deberán perderse para que se ponga fin a las políticas fallidas de los gobiernos que han contribuido a la desindustrialización del país?

Desde luego que existen muchos otros factores que han determinado acelerar dicho proceso. Sin embargo el gobierno de turno no está dispuesto a realizar las reformas estructurales que conduzcan al fortalecimiento de la industria en todas sus ramas y vertientes, mientras que la única preocupación válida es atender los grandes negocios que han traído beneficios para un sector exclusivo y excluyente de la economía y de la sociedad, mediatizado por el capital financiero nacional e internacional que en unión del Estado a través de las conocidas Alianzas Público Privadas APP obtienen grandes réditos con la contratación estatal y la especulación financiera.

No sobra agregar que en tratándose del Valle del Cauca y de la ciudad de Cali la actitud del gobierno nacional y de algunos dirigentes empresariales en relación con el cierre de varias empresas locales y multinacionales es la de considerar simplemente como lamentable el hecho en sí al tiempo que afirman que a la región se han vinculado otras empresas con las cuales se reemplazará la pérdida de empleo, circunstancia ésta con la cual se cierra el círculo vicioso que calificamos descontextualizado de la realidad social y económica que afecta no solo a la ciudad sino al conjunto de los trabajadores y sus familias que han perdido su empleo, perfilándose la tendencia a aumentar la masa de desocupados producto de la desindustrialización y que bien puede continuar en la industria de la cañicultura, panelera, de aceites, jabones y detergentes que aun subsisten en medio de la crisis industrial, frente a la cual el gobierno neo-liberal de Santos ha permitido que los frutos derivados de la explotación del trabajo asalariado, creador de la riqueza social pase a manos de los sectores económicos dominantes de la apertura económica, de la cual también son responsables los que se dicen representar y defender los intereses del sector empresarial.

Así las cosas, los caleños y vallecaucanos y en especial los trabajadores deberán tener en cuenta que el asunto del empleo estable y bien remunerado devendrá si hay desarrollo de la producción con la creación de nuevas empresas industriales y de servicios encargadas de producir para el mercado interno y externo aquellos bienes que se requieren para atender las necesidades individuales y sociales contando para ello con la participación de otras economías dispuestas a realizar un intercambio equivalente y equitativo de mercancías, de cooperación y de ayuda mutua, ya que la sociedad que no produce lo que necesita para satisfacer sus necesidades e intereses cardinales está condenada a desaparecer ó a vivir bajo la férula de la dependencia de otras economías y de otras políticas excluyentes y perniciosas para la salud de nuestro pueblo.

VEEDURIA CIUDADANA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL

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