Por Luz B. Jiménez/Pablo Borrero
El representante de la ONU en el país Fabrizio Hochschild al referirse al proceso de paz entre el gobierno del presidente Santos y las FARC-EP, expresó su conformidad con la necesidad de llegar a un “cese ó alto al fuego bilateral”, con lo cual se preservaría la existencia de los diálogos y de un eventual acuerdo, que según el citado funcionario “podrá quedar escrito en el papel”, sí antes las partes no se comprometen con dicha propuesta, pues de continuar la escalada de violencia no solo se pondrá en riesgo el proceso de paz si no la integridad física y moral de la población civil.
Esta recomendación no parece tener mayor acogida en el alto gobierno que ha manifestado reiteradamente que la posibilidad de un cese bilateral del fuego solo es posible al final del proceso de paz, mientras la insurgencia tendrá que desmovilizarse, concentrarse, entregar las armas y someterse a la justicia transicional.
Estos condicionamientos que se convierten en trabas propias de la arrogancia del poder pueden conducir al fracaso de los diálogos de paz, en los cuales se ha avanzado lentamente pero con paso firme y decidido, el cual demanda de un nuevo impulso y fortalecimiento que genere confianza y seguridad entre las partes y la inmensa mayoría del pueblo colombiano que aspira a que se termine el conflicto armado y se consolide la paz con justicia social, democracia real y bienestar general, en igualdad de condiciones para las victimas y todos aquellos ciudadanos que de alguna manera han sido afectados por el conflicto armado que han hecho imposible que el pueblo pueda convivir en paz y participar en el crecimiento y desarrollo económico, político y social.
Debemos parar la fuerza de la guerra con la fuerza de la paz con la movilización social para exigirle al gobierno Santos que dice estar dispuesto a “jugársela por la paz”, que convierta en realidad dicha posibilidad y acuerde con la guerrilla un cese bilateral del fuego con verificación internacional.
De esta manera no solo se afianzarán los diálogos de La Habana sino que además se creará un nuevo clima de convivencia, seguridad y confianza que facilitará el proceso mismo de la paz.
No nos dejemos desmoralizar y amedrentar con el discurso y las acciones de los llamados “enemigos agazapados de la paz” de que hablara el recientemente fallecido Otto Morales Benítez que constituyen una parte minoritaria de vociferantes y guerreristas que se oponen al establecimiento del cese bilateral del fuego y hostilidades con el “argumento falaz de que no existen las condiciones para evitar la guerra y la muerte de muchos colombianos”. Frente a esta manifestación los sectores sociales que luchan por la paz deben continuar levantando la consigna del cese bilateral del fuego a fin de preservar el proceso que debe terminar en los acuerdos de La Habana.
En esta oportunidad de lo que se trata es de lograr que la paz se convierta en una realidad palpitante y no en una simple formalidad constitucionalque poco ó nada ha servido para desarmar los espíritus de la guerra y hacer de la paz la fuerza necesaria e indispensable para avanzar por los caminos del cambio social.
VEEDURIA CIUDADANA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL