Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.


¿Pueden acoger los garajes otras actividades? pregunta Françoise-Hélène Jourda (Pequeño manual del proyecto sostenible, 2009) pues, como ella también lo afirma, las necesidades de estacionamiento de vehículos serán muy diferentes en un futuro no tan lejano, ya que serán menos, mas pequeños, como el Renault Twizy que ya llegó a Colombia, o de alquilar y las ciudades mas compactas, y hay que recordar que hace un siglo no los había, y las pesebreras se convirtieron en garajes, que ahora son indispensables y obligatorios por normativa, mas sin embargo es pertinente pensar cómo eventualmente podrán ser adaptados para otros usos.

De entrada hay que fomentar el uso de estacionamientos colectivos desde los cuales se camine a las viviendas y sitios de trabajo, y por supuesto ampliar los andenes, y desestimular los garajes individuales, o convertirlos, cuando dan directamente a la calle, en locales comerciales, como ha pasado en San Antonio. Pero también en otros barrios en los que se instalan tiendas, comederos, “spas”, de donde se origina el dicho de “universidades de garaje”, del que se deriva el de “universidades sin estacionamientos”.

Y lo mismo de los garajes aplica para los estacionamientos en el primer piso de los edificios de apartamentos. Pero si bien cuando están en segundos y terceros pisos se podrían convertir en áreas comunes, oficinas e incluso en nuevos apartamentos, los que son subterráneos sólo podrán servir para el uso de otros edificios vecinos considerando que su demanda se reducirá; incluso algún día en Colombia, incluyendo a Cali que será la última ciudad en el mundo en adorar los carros.

Aquí es urgente hacer grandes parqueaderos públicos, en lugar de permitir continuar demoliendo toda clase de construcciones para hacer campo a parqueaderos improvisados, como precisamente lo son muchos en el Centro, y como pasó en San Antonio en la Carrera Sexta con Calle Quinta, o con Villa Felisa, iniciando la Avenida Sexta, pese a ser considerada un bien de interés cultural de la ciudad. No sobra, pues, recordar nuevamente que hace años se propusieron los de las plazas de Caicedo y San Francisco, que serian subterráneos y con servicios de lavado y mantenimiento de carros.

Y volviendo a los garajes, en las casas aisladas de los suburbios de Cali, hay que pensarlos no como depósitos de carros y chécheres, si no abiertos para que eventualmente se puedan utilizar en algunas fiestas o reuniones, sacando los carros de ellos. O sea, que mas que garajes hay que hacer sencillos cobertizos que de ñapa (quechua 'ayuda, aumento') permitirían que los visitantes admiren los tres carros por familia, los que para muchos en esta ciudad miden el nivel social de sus orgullosos propietarios aunque no siempre sean indispensables.

Pero el problema es que para otros, por lo contrario los carros hasta llegan a ser atractivos circulando pero no parados al lado de una casa, y en consecuencia deben estar ocultos en un garaje. Con lo que la serpiente se muerde la cola y hay que pensar, entonces, en unos garajes que se puedan fácilmente convertir en otra cosa. Ya hay algunos ejemplos, e incluso son estudiados en algunas escuelas de arquitectura. Sólo resta convertir la idea del garaje “todo uso” en parte de la cultura urbana…antes de que se acaben los carros, los que junto con los malos edificios son los mayores productores de gases de efecto invernadero.