Por Giancarlo Puppo
El impecable recordatorio del arquitecto Drews respecto del plan de Bogotá, liderado por Le Corbusier, es hoy más oportuno que nunca. Le Corbusier fue un brillante difusor de ideas, un brillante propulsor del Movimiento Moderno y también, es honesto decirlo, un arquitecto muy interesante en algunos casos, brillante. También es importante decir que fue un urbanista desastroso pero con mucha suerte: la mayoría, casi la totalidad de sus propuestas urbanísticas no fueron realizadas. Lo que fue mucha suerte también para las ciudades interesadas: Bogotá, París, Argel y unas cuantas más. Sus coqueteos con el poder (intentó seducir a Mussolini, quien lo descartó no por entender algo, sino porque era una bestia simple y llana) fueron bastante escandalosos. Pero más allá de ello, también sus manejos para perjudicar a varios colegas: Alvar Aalto, entre otros, fueron bastante bochornosos.
Recordemos también que LC, con su habitual ego, intentó obliterar primero y luego opacar el rol del arquitecto Iannis Xenakis (más conocido como músico) en su colaboración de proyecto de La Tourette, y más aún del Pabellón Philips de la Expo 58, que Xenakis diseñó y LC hizo pasar por suyo.
Bogotá se salvó, Paris se salvó. Sus ejercicios de urbanismo, sordos a toda idea de armonía de respeto por el pasado, tuvieron mejor fin en la India porque edificó un plan deshumano pero lo hizo en el desierto.
Lo que hizo era mejor que nada.
Sus teorías de torres, Ville Radieuse, sus desvaríos de enormes bloques de habitación, se ven claros ahora para los que nos movemos con datos y conceptos respecto del clima, la economía urbana y el necesario respeto por el entorno, natural y cultural. Pero parece que no están nada claros para los que siguen tratando de perturbar el espíritu de ciudades que conservan caracteres humanos. Han tenido hace poco un episodio en Bogotá que originó un desperfecto emotivo de un colega Colombiano. Tenemos este tipo de manejo en Buenos Aires, amparado por una municipalidad corrupta ávida que se asocia a este tipo de emprendimientos. En todo el mundo, el Rey es el dinero, el Príncipe los dividendos, los idiotas los que peleamos contra eso.
Seguiremos peleando por otra cosa, por otras ciudades, por más respeto para con sus habitantes.