El Jodario

Por Gustavo Alvarez Gardeazabal

Por circunstancias que muchos conocemos, pero que no han sido suficientes para juzgar a este gobierno, perdimos el inmenso mar de San Andrés a manos de Nicaragua y sus habilidades ante la Corte de La Haya.

La semana pasada, sin que el presidente ni su canciller fueran capaces de pararse en la raya, el dictador de Venezuela expidió un decreto fijando los límites del golfo de Coquibacoa, que nosotros llamábamos de Maracaibo y nos pegó tamaño mordisco a las aguas marinas que con todo derecho estuvimos reclamando por años.

Como el presidente Santos tuvo el gesto de enviar uno de los aviones presidenciales a sacar de Venezuela al expresidente del gobierno español, Felipe González, a quien el dictador Maduro no dejó que defendiera como abogado a Leopoldo López, dictó el decreto de marras en típica represalia.

Que el dictador venezolano haga lo que quiera con su país y con su economía, pasa, pero que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y su canciller y el congreso de la República y los medios arrodillados a la mesa de Juan no hayan sido capaces de organizar la gran protesta nacional por el acto de rapiña de Maduro, ya comienza a ser demasiado sospechoso.

Que los colombianos, por no tener información y estar pendientes de unos partidos de fútbol no protestemos contra este atropello no es culpa  únicamente del presidente Santos y de su Canciller, es de nosotros que somos incapaces de protestar ante el garrotazo.

Nos van a capar parados y nos vamos a dejar sin siquiera gritar de dolor.

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*Foto diario El País